《• Introduction. •》

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Francia, lugar de ensueño e historias de amor para unos, tierra de constante peligro para los nacidos aquí. La iglesia había acordado que los vampiros serían considerados como enemigos en vez de aliados en el lugar, razón por la cual constantemente se desataban guerras entre los mortales y las criaturas nocturnas, en realidad nadie sabe por qué comenzaron las hostilidades, pero sí saben que es matar o morir.

Los distintos pueblos regados muy lejos de la capital eran considerados los más vulnerables al constante conflicto con vampiros y muy rara vez, hombres lobo.

En el pueblo de Vitré se vivía lo más cercano a la paz en aquellos tiempos de miedo y terror por parte de los mortales. Entre ellos Encre, un joven pintor con altas expectativas en el mundo como lo conoce, y en sí mismo en cuanto a su trabajo, su futuro.

El esqueleto era un artista desde que tiene memoria, de una naturaleza curiosa y amigable con su entorno. Era bien conocido por su actitud, más sin embargo también lo era por su físico característico. Sus tatuajes, marcas de nacimiento con una curiosa forma aparentando ser pinceladas, contando de igual forma con una mancha oscura en su mejilla derecha y unos orbes coloridos cambiantes que captaban muchas miradas.

Encre sentía que la situación en su país entero era preocupante y algo aterradora a decir verdad, más sin embargo, por más de que no pudiera expresarlo con palabras, él sentía verdaderamente que no tenía sentido tal guerra. Apenas si había ataques de vampiros o alguna situación seria, "la mayor destrucción la causamos nosotros cuando vamos a mandar a gente inocente a esas hogueras", piensa desanimado viendo por la ventana de su hogar. Cientos de seres humanos y monstruos mandados a ese cruel destino sólo por pensar diferente o sospechas sin fundamento.

Su solitario hogar le fue heredado por sus padres hace un tiempo antes de que hayan tenido que partir del mundo terrenal. El artista no sentía la necesidad de llorar por su pérdida que ya había sanado hace un tiempo, no le agradaba mucho la soledad. Su mayor consuelo era salir a dar cortos paseos por el encantador pueblo, saludando a los habitantes y algunos conocidos suyos, el poblado no era muy grande así que con mayor razón era bien reconocido en el mismo, además de apreciado por las personas.

---¡Bonjour, señorita!--- Saluda amigablemente el artista con una mochila medio vacía en su poder.

--- Encre, ¿cómo te encuentras el día de hoy?--- La mujer encargada del local saluda de vuelta, correspondiendo la gentil sonrisa del esqueleto.

--- Muy bien, bella dama, gracias por preguntar.--- Responde alegre.--- He venido para llenar mi provisión de pinturas, oh, y para comprar un nuevo lienzo, uno más grande que el anterior si se puede.---

--- Por supuesto, querido.--- La mujer recibe los tarros de pintura del joven, este los sacó de su mochila para entregarlos.

El local, pintoresco y modesto era el favorito de Encre para adquirir sus elementos artísticos, eso sin mencionar que se llevaba bien con la encargada del lugar, incluso con algunos de los demás compradores, todos formaban un grupo de talentosos y modestos artistas, una unión de hecho bastante sana para lo caóticas que suelen ser las relaciones entre artistas.

---¿Piensas pintar la pradera el día de hoy? Siempre que lo haces me aterra no volver a saber más de tí, es peligroso merodear solo por ahí con este asunto de los vampiros.--- La mujer entrega los tarros llenos de pintura al esqueleto, contando con una mirada de consternación.

--- El día de hoy no, pero te aseguro que mañana lo haré, por ahora estaré reunido con los muchachos en el lugar de siempre, eso por si gusta venir, claro.--- Menciona él pagando a la mujer.--- Además, esta tierra es bastante pacífica, no se preocupe.---

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