Muchos años atrás
“So What”
“En el medio del camino, en el momento en que quieras rendirte,
Grita aún más fuerte:
¿Y qué?”—¿Sabes por qué estás aquí?
Ella sonrió. Yo no. Su sonrisa fue forzada y triste. De esas que aparecen en el rostro de las personas que han vivido y sufrido mucho. De quienes ven lo que las personas se hacen entre ellas y a sí mismas.
—Sí —respondí.
Por supuesto que lo sabía. Lo había perdido todo. Incluyéndolos a ellos. Mis padres. Una mañana desperté y ya no estaban allí y por mero capricho del destino yo sigo aquí cuando tampoco debería estarlo. Porque no es justo que un niño crezca sin sus padres y mucho menos que los vean morir.
—Entonces…, debes estar consciente de que necesitas una nueva familia, que te cuide y proteja. Nosotros hemos encontrado a dos personas que harán ese papel a la perfección.
—No quiero otros padres —grité.
Estaba molesto, por supuesto que estaba molesto, ellos querían sustituir a mis padres y yo no iba a permitir que eso sucediera.
La discusión que siguió fue todo sobre un niño perdido que deseaba fervientemente volver el tiempo atrás y recuperar lo que había perdido. Los gritos reverberaron haciendo estremecer al mundo. Los lamentos siguieron y con ellos llegó la desesperación. La certeza. Nada cambiaría lo que había sucedido. Nada los traería de vuelta.
Pero ella no desiste, me abraza, me sostiene con la misma fuerza que posee la naturaleza para hacer flotar los cuerpos. Me reensambla. Me promete respuestas.
Y solo puedo pensar en que no sabe lo que acaba de hacer, porque lo único más numeroso que mis preguntas son mis emociones caóticas que dominan mis sentidos.
El miedo. La ira. La ansiedad. Todas se unen en una pila enmarañada en mi estómago.
—¿Confías en mí? —susurra.
Dentro de su burbuja la respuesta es sí, confío en ella. Me dil algo que ansiaba, comprensión y amor. Pero… ¿Una vez fuera? Temo arrepentirme de cada decisión que tome preso del dolor.
Asiento en silencio, aun esclavo de sus brazos, preso de su afecto.
Lo que sigue son trámites, palabras de compasión y más lamentos.
La familia que me acogería era de apellido Kim. Ella trabajaba de secretaria de un hombre poderoso y él era su chófer. No tenían hijos. La naturaleza y Dios no se lo habían permitido. Por eso decidieron adoptar.
¿Por qué querrían alguien roto? Fue lo único que me pregunté mientras tomaban las escasas pertenencias que sobrevivieron al incendio y marchaba junto a ellos hacia la salida de la acogedora estancia.
Nunca recibí una respuesta y eso era todo lo que necesitaba saber.
Ellos no me querían.
Solo permanecí un año en el hogar de la familia Kim. Aunque, un año suena como muy poco tiempo. Fueron doce meses. Trescientos sesenta y cinco días de completo terror.
Siguieron arrebatándome sueños y vida. Y no pude hacer nada para evitarlo.
El próximo enero conocí mi nuevo hogar. Fue el mismo caos, solo que un poco más ordenado. Había muchas reglas y límites. Debías cuidarte de los detalles más mínimos y los castigos eran la nueva normalidad.
Y así continuaba la vida.
Cada primavera me convertía en alguien diferente.
Me moldeaba acorde a lo se esperaba de mí.
Terminé volviéndome invisible hasta el punto de que ni siquiera podía reconocerme cuando me veía frente a un espejo.
¿Cuántas veces tendría que quemar mi vida hasta que ya no quedase nada?

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Lost Boy (KOOKMIN)
RomanceÉrase una vez, había un castillo mágico donde todo se marchitaba, incluyendo el corazón del príncipe. Todos desean vivir una historia de cuento de hadas. La mía inicia con un reino destrozado. Con una tragedia que lo consumió todo. Un rey caído y un...