Lost Boy (KOOKMIN)

Canción 8

Jungkook

“Never Mind”

“Si crees que vas a chocar, pisa el pedal con más fuerza.
No importa, no importa,
Incluso si es un camino de espinas, todavía corremos”.

Él dijo que vendría.

Aún no puedo creerlo.

Si hubiese sabido que la dulzura de Hoseok hyung lo iba a engatusar tan fácilmente le habría pedido que se acercara mucho antes.

Al atravesar la puerta principal una fuerte lluvia me recibe, alejando los pensamientos sobre Jimin.

No puedo evitar sentirme mal cuando veo caer la lluvia. Trae demasiados recuerdos de aquella noche…, sentir las gotas en mi piel y el viento estremecedor en mi rostro, me hace revivir ese momento de pánico.

Al salir del aparcamiento veo una figura corriendo bajo la lluvia, lleva su bolso sobre su cabeza como único medio de protección. Me detengo junto a él y abro la ventanilla, ahí es cuando lo noto.

¿Por qué no vinieron por él hoy?

¿Dónde está el señor Park?

—Sube al auto, te llevaré a casa —grito.

Eso atrae su atención. Sus ojos apenas permanecen abiertos y lo veo tiritar de frio.

—No, estoy bien —rebate.

Continúa caminando, ignorándome.

—¿Tu tío no vino por ti? —inquiero.

Eso capta su atención.

—¿Cómo sabes… —niega con la cabeza— ¿Sabes qué? No me interesa.

—Sube al coche, Jimin.

—No.

Sigue caminando, cero sentido de la autopreservación en él. Así que hago lo más lógico, me bajo del auto y comienzo a caminar a su lado. No pienso dejarlo solo.

—Podrías resfriarte —grito, sorprendiéndolo al verme a su lado.

—Si me resfrío no tendré que verte persiguiéndome por toda la escuela.

—Auch —pongo una mano sobre mi pecho—, heriste mis sentimientos Jimin-ah.

Un fuerte trueno cae de repente, asustándome, haciéndome saltar y veo que también a él lo afecta.

No he estado bajo la lluvia desde aquella noche, lo evito a toda costa, pero ahora estoy aquí, por él y no permitiré que se haga daño por su terquedad.

Me paro frente a él, impidiéndole el paso, tomo sus hombros y lo insto a moverse.

—Entra en el coche —mi voz es ruda y lo hace estremecerse.

—¿Qué está mal contigo? Dije que no iría así que déjame en paz —da un paso adelante y apunta un dedo en el centro de mi pecho—. Muévete.

Bien.

He terminado aquí.

Lo tomo por la cintura y lo tiro sobre mi hombro. Intenta patalear como un niño pequeño pero sus golpes son débiles. Lo lanzo sobre el asiento del pasajero y corro rápidamente de vuelta al auto.

—Eres un demente —refunfuña.

Lo ignoro a conciencia y salgo del estacionamiento. No tengo la menor idea de donde vive, pero tendrá que decirlo en algún punto.