006: Libros y Té | One-Shot #1

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Palabras: 1,209
Regency AU.
Advertencias: Ninguna.
Resumen: Rodolfo pasa un buen rato con su sirviente.

N/A: No soy muy buena escribiendo, pero aún así espero y disfruten del one shot (⁠。⁠ノ⁠ω⁠\⁠。⁠)

-Aquí está el té que ordenó, su majestad-comentó el hombre mientras servía delicadamente el té

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-Aquí está el té que ordenó, su majestad-comentó el hombre mientras servía delicadamente el té.

-Muchas gracias, Alejandro-. Agradeció el príncipe Rodolfo. Tomando finamente su té recién servido, sintiendo su calidez y su exquisito olor.

Era una tarde tranquila. El príncipe se encontraba junto a su sirviente, Alejandro, en la biblioteca del gran castillo real.

Rodolfo miró a Alejandro sin soltar su taza de té. Expectante. Pero no hubo respuesta.

Confundido, habló:

-¿Te vas a quedar parado ahí todo el día?- Preguntó, con un tono casi cómico. Pero con genuino interés en sus palabras. Alejandro se estremeció, pues no le estaba prestando atención al príncipe. Rodolfo lo miró confundido.

El príncipe relajó su postura en el gran sillón en el que se encontraba sin dejar de mirar a Alejandro.

-Sabes que puedes tomar un libro y leerlo. Jamás has tenido que pedirme permiso-Dice con un tono suave y relajado. El príncipe miró a Alejandro fijamente, este captó la indirecta rápidamente.

Alejandro volvió en sí. Acomodando sus pensamientos. Parpadeó y se relajó.

-Claro, lo siento-. Apenado, se dirigió a la gran estantería de libros y, sin mirar el gran catálogo, tomó uno. Se había vuelto tan rutinario que ni siquiera debía buscar su libro de interés, pues sabía exactamente dónde se encontraba.

Se sentó enfrente de Rodolfo, no a su lado como habitualmente lo haría. Pero, esta vez, Rodolfo no dijo nada al respecto. Solo siguió tomando de su té.

Las cosas comenzaron a tornarse incómodas entre Rodolfo y él desde hace unos meses.

Alejandro, desde los 16 años, le sirvió a Rodolfo. Ambos formaron un vínculo rápidamente, al tener la misma edad. Rodolfo trataba a Alejandro como su más fiel amigo.

Y los sentimientos no se hicieron esperar. Sin saberlo, o más bien, sin quererlo; ambos comenzaron a relacionarse más allá de lo esperado. Entre su gran confianza, lo que comenzó como simples chistes se fueron convirtiendo en coqueteos con el pasar del tiempo. Tal era su amor, que todas las claras adversidades se dieron de alto por los dos jóvenes. Aún a sabiendas de que su amor está más que prohibido.

Ambos a lo largo de su vida han tenido que romper su burbuja de ilusión al enfrentarse a la dura e indeseada realidad. Rodolfo debía casarse con alguien de la realeza, no con un "simple sirviente" como la familia real llamaba despectivamente a Alejandro al ver la cercanía de ambos. A simple vista, su relación era inofensiva; tampoco era raro de ver qué alguien se llevase bien con su sirviente, pero eso no significaba que tuviese la aprobación de todos. Mucho menos de la realeza.

Y eso ambos la sabían bien.

Conforme más crecían, más difícil era evadir tal realidad. Aunque Rodolfo se mostró positivo, renegado a no tener su amorío forzado; Alejandro, por su lado, prefirió ver la realidad. Alejarse de la fantasía, aun si eso lo llevase a una profunda tristeza.

Alejandro sabía que no podía alejarse de Rodolfo aun así lo quisiese; no tenía otro lugar a donde ir. No tenía familia a quien acudir. El palacio real se había vuelto su hogar. Por lo que simplemente haría sus sentimientos a un lado.

Comenzó a ser algo distante, pero sin ser realmente grosero. Ante ojos despistados, Alejandro solo hacia su trabajo; ante los ojos de Rodolfo, su amado, eso solo era una prueba de que no podían seguir con su fantasía.

-¿Qué lees?-Rodolfo finalmente rompió el silencio entre ambos.

-Orgullo y prejuicio-Respondió, sin despegar su vista del libro.

-Es la tercera vez que lees ese libro.

-Cuarta.

-Y apuesto a qué irás por la quinta, ¿No?

-Exacto.

Rodolfo lanzó una pequeña risa, que hizo que el corazón del Alejandro se calentará nuevamente. Cualquier pensamiento negativo se había esfumado de su mente en un instante. Rodolfo tenía aquel don.

Y, sin darse cuenta, Rodolfo ya se había sentando a un lado de Alejandro.

-Debe ser realmente bueno si lo has leído más de tres veces.

-En verdad lo es-Comentó Alejandro-Deberias leerlo, sé que te gustaría.

-Me tienes que convencer de hacerlo-Rodolfo se acercó más a Alejandro para poder ver el libro con más claridad. Éste solo se sonrojo ante la repentina cercanía-¿Algo en pespecial? ¿Algún chico guapo por el que deba interesarme? Si no, no quiero nada-El tono burlesco y sarcástico de Rodolfo solo hizo que su acompañante se pusiera completamente rojo de la vergüenza.

-¡Rudy!-El susodicho solo se rió. Había logrado su cometido.

-¡Solo bromeó!-Comentó sin dejar de reírse-Si te hace sentir mejor, no te dejaría por un personaje ficticio. Así que puedes estar tranquilo.

Alejandro se relajó un poco más, sin dejar de fruncir el ceño. Había cerrado el libro de lo avergonzado que estaba que ni siquiera se había dado cuenta. No pasó mucho para que relajara su postura por completo.

Pudo sentir la suave mirada de Rodolfo en él; y el como esbozaba una gran sonrisa. Esa sonrisa que endulzaba su cuerpo y alma cada vez que la veía. Todos los días luchaba contra el impulso de tomar esos labios y besarlos, de sentir a Rudy. Pero sabia que si lo hacía, la realidad sería más dura para los dos.

No importaba cuánto tratase, él jamás dejaría de amar a aquel hombre. Y ese parecía ser su castigo.

-Hace mucho que no me llamas así-Dijo el príncipe emotivamente. Se sentía alegre al ver que tenía de vuelta al viejo Alejandro del que se enamoró. Al verlo feliz nuevamente.

-Yo, bueno...-Alejandro empezó a hacer memoria y se dió cuenta de lo que había dicho momentos antes, ni siquiera había sigo consciente de sus palabras-No me había dado cuenta.

-Hazlo más seguido, por favor-Dijo el príncipe sin dejar a Alejandro decir algo más.

Ambos se miraron a los ojos; miradas calidas que se demostraban amor sin decir una sola palabra. Era hipnotizante para ambos dejarse llevar por la calidez natural del otro, inundados por su gran belleza.

-Lo haré las veces que quieras, Rudy-Dijo haciendo un gran énfasis en sus últimas palabras. El pecho de Alejandro ardía al igual que sus mejillas. Pudo escuchar el leve y largo suspiro de Rudy al pronunciar el apodo cariñoso que volvía loco al príncipe.

Rodolfo decidió relajarse en el hombro de Alejandro y, rápidamente, éste se acomodó aún más en el blando sillón para estar más cómodos. Acariciando su cabello lentamente.

El ambiente era tranquilo con un excelente clima. Podian escuchar a las aves cantar y sentir la templada brisa del viento. Junto a la dulce respiracion y calidez que Rodolfo le brindaba, hacían de este un día perfecto.

Siempre había esa herida en el corazón de Alejandro el saber que no podría estar con Rodolfo de la forma en la que ambos deseaban. Sabía que no podía darle la vida que realmente merecía. Pero, algo dentro en aquel corazón herido le dice que no debe mentirse a si mismo; no debe fingir que no le gusta ver esa sonrisa, que no le gusta la sensación de su cuerpo junto a la de Rodolfo.

Solo desea verlo feliz.

-Te amo, Alejandro.

-Y yo a ti, Rudy.

Y, pese a que el futuro es incierto, al menos puede estar seguro que Rudy lo seguirá amando tanto como él lo hace.

☆🌈 Alerudy stuff☆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora