Rubius se encontraba montado en su patineta, escuchando música en dirección a su casa mientras comida una barra de frutas dulce. Pero no podía evitar deja de tener muchos pensamientos con dudas, el dueño de todos ellos era Samuel.
A ver, el chico jamás le ha hecho... una grosería a pesar de que se junta con quienes le han hecho muchas jodas durante algunos años.
Pero tampoco ha sido el más amable del mundo, si ha llegado a topárselo y pasado de largo, pero jamás hubo un comentario amable de parte del de ojos morados. Es más, juraba que le había arrojado caras o muecas de asco algunas veces.
Y este cambio repentino de ser amable e incluso hacerle cumplidos le había sorprendido de más, eso si lo iba admitir.
Ahora que lo pensaba... sus ojos del chico eran bastante hipnotizantes. Aparte de que el color no era nada usual, tenían algo que... los hacia verse mejor de lo que ya se veía el chico.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando paro en seco al notar que había dos camionetas enorme negras delante de su casa.
Nunca las había visto por la zona, ese tipo de camionetas deben costar muchísimo, solo alguien como Samuel podría tenerlas pero... su familia no eran tan exhibicionista de dinero para tener una camioneta de ese estilo, y mucho menos dos.
Había 4 sujetos custodiando las camionetas, vestían trajes y gafas y parecían tener comunicadores entre ellos, no miraban a nada pero a la vez todo, era muy extraño.
Miro su casa y noto que las luces de abajo estaban encendidas, se apresuro...
¿Su padre se habrá metido en problemas de nuevo? Joder, esperaba que no fuera así.
Entro a su casa y esperaba cualquier visita menos aquella.
En cuanto abrió la puerta y quedo perplejo ante las dos figuras que estaban en la sala de su casa, no supo que decir o como reaccionar.
Su padre se encontraba en un costado de la sala, cruzado de brazos con la cara de los mil demonios, no estaba ebrio o drogado como usualmente lucia.
Y del lado contrario a este, estaba una mujer de alto porte, vestía una falda que llegaba abajo de las rodillas color negro, una blusa blanca con detalles y un saco negro, estaba bastante elegante,. Zapatos de tacón bajo, accesorios por manos, cuello etc. Era castaña como Rubius, tenía ojos Verdes encantadores como Rubius, la piel pálida como Rubius...
Era su madre.
Esta al verlo no pudo evitar poner una expresión sorprendida pero llena de sentimientos, sus ojos se le habían llenado de lagrimas al ver al chico, se estaba conteniendo las ganas de abrazarlo.
Rubius: -muestra una actitud seria pero nerviosa- ¿Que pasa aquí?
P. R: Esto no te importa, haz silencio y lárgate a tu cuarto! -dijo con su tono brusco de siempre-
Rubius iba hacer caso a los mandatos de su padre quien lo miraba como si quisiera golpearlo hasta dejarlo inconsciente, como si fuera culpa de el.
Pero unos sujetos idénticos a los de afuera aparecieron obstruyendo el paso del chico, que solo se hizo atrás bastante nervioso sin saber quienes eran esos sujetos.
Rubius: ¿Pero... que?--
M. R: No Cariño, tu no vas a ningún lado.... ya no tienes porque hacer caso de lo que te diga este... señor! -dijo mencionando la ultima palabra con odio hacía el padre de Rubius-
P. R: ¿Quien te crees que eres para---
M. R: No Jhosef, ya no se va hacer lo que tu digas y mucho menos lo que tenga que ver con mi hijo! porque en este momento me lo voy a llevar!
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Mírame a mi - Rubegetta
Teen Fiction¿Recuerdas la historia clásica del personajes popular que se termina enamorando del personaje menos popular de su instituto? Bueno, creo que no estaría mal contarla de nuevo, solo que esta vez tendremos unas diferencias sociales. [Créditos a quien...