7. Tinker Bell

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Caught in the middle – Paramore


El sonido del teléfono se escuchaba tan lejano que apenas si era capaz de distinguirlo; parecía que fuese ahogado por algo, pero lo notaba de todas formas. Era insistente y no sabría decir cuánto tiempo llevaba así exactamente, pero al final hizo que me quejara y me removiera inquieta en la cama, estirando mis extremidades para intentar desperezarme. ¿Qué hora era? Miré por la ventana solo con un ojo abierto, suspirando; estaba nublado y podía oír el silbido del viento allí afuera hasta que el timbre del móvil volvió a interrumpir mi catarsis mientras descubría quién era y en qué siglo estaba. Mis ojos se movieron por la habitación completa y llegué a mi bolso sobre la silla del tocador, poniéndome de pie para tomarlo y sacando el aparato de su interior. La noche anterior había llegado tan agotada del trabajo que ni siquiera recuerdo como me puse el pijama antes que mi cabeza tocara la almohada y desaparecer de esta dimensión en medio del sueño. Bárbara estaba llamándome y fruncí el ceño cuando vi la hora: las doce del día con quince minutos.

—Barb —me obligué a sonreír cuando contesté, sentándome en la cama mientras me estabilizaba y aterrizaba en el mundo real. La voz de la pelirroja entró por mi oído derecho y cubrió cada parte de mi cerebro.

Hey, ¿estabas ocupada? —Sonaba algo culpable y soltó una pequeña risa, nerviosa.

—Para nada, aunque acabo de despertar —reí también, pasando los dedos de mi mano libre por mi cabello, tirando de él hacia atrás: era una pequeña técnica que mamá me había enseñado cuando tenía como cinco años y lo hacía cada vez que necesitaba tener mis sentidos activos, cuando me dolía la cabeza o si simplemente necesitaba relajarme.

¡Ay no! Lo siento Savi, no pretendía hacerlo.

—Tranquila, yo necesitaba descansar. Anoche no sé ni a qué hora llegué y caí muerta. —Negué con la cabeza, divertida, y me puse de pie nuevamente mientras tomaba mi toalla para llevarla al baño y dejarla ahí antes de bajar al primer piso.

¿Muy movida? —Su tono era sugerente esta vez y volví a reír en lo que entraba a la cocina.

—Ojalá hubiese sido eso, pero simplemente fue mucho trabajo. Demasiado —suspiré y sostuve el teléfono entre mi hombro y mi oreja, tomando el hervidor para ponerle agua y luego encenderlo—. ¿Qué hay de ti? No hablamos hace días.

Por eso llamaba, creí que me habías olvidado.

—Jamás —sonreí nuevamente, tomando una taza y buscando un té en mi caja especial para ello, apoyándome luego en la encimera mientras esperaba que estuviera listo para servirme uno de frutos rojos—. Solo que fue una semana tan del asco que apenas si podía respirar. Espero que la siguiente sea mejor. ¿Qué has hecho estos días?

¿Además de ver los olímpicos y salir un poco por ahí? Nada más —rió ella esta vez y yo crucé uno de mis brazos mientras la escuchaba. ¿Debería indagar en algo respecto a esas salidas? Mentiría si dijera que no me daba curiosidad saber si podía sonsacarle alguna información respecto a Jack, pero tampoco quería utilizarla o que se sintiera así. Genuinamente me interesaba Barb y me caía bien, realmente la consideraba mi amiga, pero no sabía cómo hacerlo. No quería que ella se sintiera presionada a decir algo—. Pero te extrañaba y también a tus conversaciones.

—Podríamos vernos hoy —sonreí, girándome hacia el hervidor cuando este se apagó, poniendo la bolsita de té en la taza y echándole agua seguido de un par de cucharaditas de azúcar y me senté en la isla de la cocina poniendo el móvil en altavoz ahora, dejándolo a un lado mientras revolvía—. Ir a comer algo, conversar de la vida...

𝘈 𝘵𝘶 𝘭𝘢𝘥𝘰 #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora