Capítulo 11: Admirar la paz.

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Demasiada información se había dicho en cuestión de minutos, ¿era una broma? No solo tenían al sujeto que perturbaba la paz, sino que Christel anunciaba algo tan importante en el momento menos conveniente.

Luminem intentaba entenderla, pero lo único lógico que tenía en su mente era que aún estaba ahogada en su vida pasada como humana.

¿Qué ideas tenía en la mente? ¿Qué se le pasaba por la cabeza de Christel? Era arriesgado y si no iban con mucho cuidado, era posible que esa niña fuera mal influenciada por su madre o que aprendiera más del padre, aunque era complicado porque Kersmark daba la sensación de ser el padre que no iba a preocuparse por pequeña.

«Por Soal, esto es peor de lo que pensaba», pensó Luminem, mirando hacia los rostros de los demás. Era obvio que nadie se esperaba algo así, sus rostros eran de asombro y temor.

Una boda. Una hija.


En medio de la sala, la pequeña Blutig observaba todo con gran atención. Sus ojos bien abiertos le permitía analizar las actitudes que tenían. No lo consideraba un poder, sino un don que le permitía saber más o menos lo que podían pensar los demás según la posición que tenían.

—S-Se ve muy adorable —intervino Luminem, intentando romper el silencio incómodo—, ahora entiendo porque pediste reunirnos a todos.

—Sí, y me imagino que se lo informarán a Cuis —supuso Christel mientras se acercaba a ella.

«¿Por qué tanto miedo?», pensó Blutig para luego mirar a su madre. Estaba feliz, ilusionada, contenta de todo lo que iba a pasar. Todos esos sentimientos positivos estaban cubriendo el alma de un ser que estaba intentando revivir. Blutig lo vio, aun siendo tan pequeña, podía analizarlo.

«Capaz es por los poderes que me dio al crearme —pensó Blutig—, ni siquiera tengo ganas de jugar con lo que me dieron, no tengo ganas de ser una cría, sino que quiero hacer algo para dejar de ver esas caras preocupadas llenas de frustración e inseguridad».

Sus pensamientos y actitud dejaban en claro que, aunque fuera una cría por fuera, su mente estaba siempre consumida por pensamientos angustiantes. Agradecía ser creada en este mundo, pero a su vez ¿qué se le pasaba en la cabeza de su madre? ¿Deseos frustrados de una madre que jamás pudo ser?

—¡Tenía la intención de invitaros! ¡La ceremonia se celebrará muy pronto y quiero que estén presentes en ese día! —explicó Christel con ilusión.

—¡Oh! ¡Qué bien! —respondió Luminosa, una de las pocas que pudo despertar de sus pensamientos para responder—. Creo que todos aún estamos impactados. Es una noticia que nadie se esperaba.

—Lo sé y lo siento, algunos recién me conocen y capaz les pilló desprevenidos, pero de verdad quería expresarlo con gran emoción —aclaró mientras daba pequeñas palmadas con sus manos—. En cuanto a los problemas que hay, contaba con que Kemi nos pudiera ayudar, ya que él, aparte de ser un Drasino, es el dios de la naturaleza.

Aquellas palabras resonaron con fuerza. Algunos miraron sin querer a Kersmark, el dios de la tecnología. Un gesto que le pareció gracioso a Blutig, aunque no se reiría, se mantendría seria y quieta en el sitio.

—Cuento con que os ayude en lo que haga falta, aunque aún tenéis mi ayuda, incluso si estoy preparándolo todo para la ceremonia —explicó Christel. Sus ojos contenían la emoción, volviéndose cristalinos.

Blutig agarraría la mano de su madre para luego mirar hacia los demás. Se fijó en la joven Lumos que acompañaba a su dios. Según veía tras sus ojos, parecía estar confundida, pero con una ilusión que era presente en su sonrisa.

III - El último Sistema: Código del caos [G.O]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora