Debilidades

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[...Es la historia de un amor como no hay otro igual, que me hizo comprender todo el bien y todo el mal, que le dio luz a mi vida, apagándola después, ay, qué vida tan oscura, sin tu amor no viviré...]

Suena una vieja radio.

E.GUZMÁN
Doña Aurora

Aurora está vestida de negro, sentada en la cama, de espaldas a la puerta, frente a la ventana. Tiene la cabeza gacha, se mira las manos en las que estruja un pañuelo. Guzmán la observa, a varios metro de la puerta, desde hace casi cinco largos minutos, sujetando su maletín con ambas manos.

Eduardo carraspea.

E.GUZMÁN
Volveré otro día...

Se dirige a la puerta con paso lento. Aurora no se ha movido de su posición en todo el tiempo, parecía sollozar en silencio, pero a Guzman solo se lo parecía, quizás eran sus ganas de verle algo de humanidad. Se dispone a girar el pomo.

AURORA
¿Le gusta la música, Don Guzmán?

Dice con tono firme. Guzman, que ya estaba abriendo la puerta, la cierra nuevamente con media sonrisa.

E.GUZMÁN
Mucho.
Siempre quise aprender a tocar un instrumento.

Se gira para mirarla y se estremece. Aurora está ahora al otro lado de la cama sentada frente a él observándolo seriamente, no hay rastro del pañuelo. Guzmán traga saliva. Ha cambiado de posición sin hacer ningún ruido, ni el ruidoso somier metálico ha chirriado...

A pesar de que ya llevaba algo más de un mes visitándola para entrevistarla, y de saber que padecía una enfermedad que la estaba consumiendo lentamente, Aurora siempre había aparentado estar mejor de lo que parecía. Pero, esta vez tenía la tez pálida con enormes ojeras y el pelo algo desaliñado. Su ropa, sin embargo, estaba impolutamente planchada. En la habitación olía a agua de rosas y en la radio terminaba de sonar esa canción.

AURORA
Lástima que no nos hubiésemos conocido antes, le hubiese enseñado a tocar el piano.

Guzmán agarra la misma silla de cada semana, la coloca frente a ella, más cerca que en otras ocasiones. Se sienta, saca su cuaderno y su pluma.

E.GUZMÁN
Como hizo con su sobrino, y, posteriormente, con su hija.

Aurora mira la radio, se ha acabado la canción y le produce cierta incomodidad. Se levanta y la apaga con enfado. Vuelve a sentarse en la misma posición.

AURORA
Hubiese llegado usted muy lejos, es un hombre inteligente.

E.GUZMÁN
Me alaga saber que así lo piensa, yo no me creo tan sabio, hago lo que puedo.

AURORA
No sea modesto, Eduardo.

El periodista se extraña al oír su nombre en boca de Aurora. Toma notas.

AURORA
Sabe tan bien como yo, que las personas como nosotros somos especiales, superiores.

E.GUZMÁN
Yo no diría superiores.
Diría, más bien, curiosos.

AURORA
Llama curiosidad al ansia por saber, por mejorarse a sí mismo... eso sí que es curioso.

Dice extrañada.

E.GUZMÁN
Pienso que todo el mundo, con más o con menos recursos, es capaz de aprender si se lo propone.

AURORA
Tiene demasiada fe en la humanidad, parece usted sacerdote.

Eugenesia: la deconstrucción de AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora