Desilusión

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AURORA
¿Me he perdido algo?

E.GUZMÁN
No, pero yo seguro que sí.
Aunque su reacción me hace intuir que voy por buen camino.

AURORA
Es usted todo un profesional.

Dice con ironía.

E.GUZMÁN
No tanto, conforme pasan las semanas me doy cuenta de que no tengo nada diferente.

AURORA
Acaso cree que si hubiese querido que se supiese la verdad, ¿no se sabría ya?

E.GUZMÁN
Conmigo lo está intentando...

AURORA
Le seré sincera... por aquí han pasado decenas de psiquiatras de todo el país, incluso algunos del extranjero... todos con el mismo patrón de preguntas absurdas.

E.GUZMÁN
La hacía yo defensora de las ciencias y las letras.

AURORA
Usted mismo lo ha dicho, 'hacia', en pasado.

E.GUZMÁN
¿No se habrá vuelto ahora beata, Doña Aurora?

Dice con sorna, Aurora ríe.

AURORA
Será que ver tanta bata blanca diariamente, me ha hecho aborrecer a todos y cada uno de ellos... creen saber todo sobre la mente humana y en realidad no saben nada.
Son unos ilusos.
Todos lo somos.

E.GUZMÁN
¿Usted lo fue con su plan?

AURORA
En cierto modo, sí.

E.GUZMÁN
La ilusión nos impulsa a seguir adelante.

AURORA
Y la desilusión a dejarlo todo.

E.GUZMÁN
¿Cual fue su mayor desilusión?

FLASHBACK

PILAR
Doña Aurora, ha llegado el correo.

Aurora se levanta del sillón, camina hacia la sirvienta y agarra un paquete de cartas.

AURORA
Gracias, retírese.

Pilar se marcha, Aurora camina hacia la ventana leyendo el remitente de cada una. Hildegart escribe en su máquina, la observa de reojo.

Han pasado ya casi seis años desde que se mudaron, desde entonces, Hildegart, a sus diez años, ya habla perfectamente cuatro idiomas: castellano, alemán, francés e inglés. Cada día es instruida por profesores y por su propia madre en filosofía racionalista y cuestiones sexuales, pues el objetivo de Aurora es que Hildegart abandere a la mujer del futuro, una mujer que no sea esclava del hombre y que el sexo no sea únicamente el objetivo de una maternidad no deseada.

Aurora deja las cartas sobre la mesita que hay junto al sillón, abre una de ellas y lee para sí misma. Tras un largo minuto en silencio, moviendo rápidamente los ojos mientras sigue cada línea, éstos se llenan de lágrimas, y se lleva las manos a la boca para evitar emitir algún sonido de angustia. Lentamente camina hacia atrás hasta topar con el sillón y sentarse con aplomo. Ha olvidado por un momento que Hildegart está presente.

Eugenesia: la deconstrucción de AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora