Capitulo diez

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Décima razón.

"¡Eres perfecto!: Bueno, después de escribir todas estas cartas, llegué a una simple conclusión, una que ya sabía desde antes; Germán Roberto Delgado es perfecto en todas sus letras.

Debo admitir que en estas últimas semanas las cartas me han quitado un peso de encima, pero luego vino el doble de peso al darme cuenta que estas cartas son solo para encubrir algo que ya sabía. No te odio, de hecho no odio nada de lo que mencioné en las cartas anteriores. Cada uno de esos aspectos de ti me gustan, y siento que me derrito cuando veo cada característica tuya. Eres realmente perfecto.

Me gustas, Germán, mucho más de lo que me gustaría, y mucho más de lo que soy capaz de entender. La mayor parte del tiempo me siento débil hacia esos pequeños detalles que te componen, que seas bueno en todo, que nunca te equivoques, lo confiable que eres, tu forma impredecible de ser, tu sonrisa, tus ojos, tu cabello, tu risa, tu aroma, todo eso y mucho más han logrado que poco a poco me enamore más de ti…

Lo más seguro es que no sientas lo que yo, soy un chico al igual que tu… además no he sido la mejor persona contigo en estos últimos meses, tal vez tú sí me odias jaj.

Tampoco deben importarte mis sentimientos, ni corresponderlos. Solo quería sacarme eso del corazón. Quiero que sepas, que me gustas."

—¡Sé lo que hiciste, Rodrigo tonto! —grita el oji-marrón con completo enojo.

Ambos están en un lugar apartado de la escuela, donde Tomás puede enfrentar la su "ex-mejor amigo" luego de enterarse de que él robó sus cartas.

—¡Lo siento, ¿Sí? pero no puedo permitirme seguir viéndote detrás de Germán sin hacer alguna clase de movimiento, el Tomás que conozco no es así! —Carrera contesta de la misma forma.

—¡No tenías que entrometerte, son mis sentimientos, yo sé que hago con ellos! —aprieta sus puños—. ¡Ya no eres más mi amigo!

—¡¿Ah, sí?! —alza más la voz—. ¡Pues puedes meterte tus sentimientos por-!

—Eehh… —Rodrigo se detiene gracias a la interrupción de la razón implícita, del conflicto.

—Oh, Germán… —el tatuado se tensa en su lugar al escuchar ese nombre—. ¿Necesitas algo? —la voz del ojiverde se volvió mucho más suave de repente.

—Yo… —el costarricense está visiblemente nervioso, y eso debido a que sus amigos le dijeron el nombre de la persona que posiblemente esté detrás de las cartas—. Quería hablar con Tomás.

Ezequiel asiente.

—Terminamos de hablar luego, Tomás. —es lo último que dice antes de irse.

DIEZ RAZONES PARA ODIAR A GERMÁN  ☆  rode + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora