Uy, Hola

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Para Elliott era como cualquier otro martes primaveral, regresaba a su cabaña después de contemplar el agua fluyendo por el rio, era un poco más fresco que la playa a pesar de estar a solo unos pocos metros tierra adentro.

La redacción de su novela le estaba tomando más tiempo del que deseaba, siempre surgían ideas, a veces eran tantas que era difícil ponerlas en papel u organizarlas lógicamente. El sonido del agua corriendo le ayudaba a despejar su mente y dejar que sus ideas fluyan siguiendo el ritmo del rio antes de pasar horas en su escritorio.

Mientras tanto, Oliver llevaba un rato explorando el pueblo, lo agotó tanto física como mentalmente, su introvertido ser estaba haciendo un esfuerzo. Después de hablar con Willy y probar suerte con su nueva caña, la playa le parecía un buen lugar para estar, pensó que podría pasear por horas escuchando las olas romper sobre la arena. Al ver una cabaña en plena playa le dio curiosidad, pero no sería tan grosero como para entrar sin el permiso del dueño, quien quiera que sea. Se detuvo a contemplar un puente roto, podría repararlo si tuviera los materiales, mas no le dio importancia.
Estaba a punto de irse cuando vio a alguien, quería conocer al mayor número de personas ese día así que llamó la atención del hombre, quien estaba a punto de entrar en la cabaña cuando lo interceptó

—Uy, Hola, hola, buenas tardes, soy Oliver, hola — el joven apenas pudo presentarse antes de quedar boquiabierto cuando por fin pudo contemplar de cerca al hombre.

—Ah, te acabas de mudar a la granja ¿no? Tu llegada a dado lugar a más de una conversación— el hombre pelirrojo le dio una sonrisa cordial, genuinamente fascinado por conocer al nuevo habitante de la granja ojos tristes — Soy Elliot, vivo en está cabaña.

El chico se quedó sin habla, en ocasiones así realmente odiaba su debilidad por los hombres de buena apariencia, pero Elliott estaba en otro nivel con su cabello largo, su mandíbula fuerte, sus ojos verdes y su atuendo formal, aunque inapropiado para una playa.

El pelirrojo esperó a que el chico dijera algo más, entre tanto se permitió contemplarlo por un momento: bajito de estatura, ojos muy característicos detrás de lentes circulares de marco negro, cabello castaño oscuro, vestido tiernamente con un overol negro y una camiseta morada. La mirada de completa fascinación que recibió lo sonrojo había pasado un tiempo desde que alguien lo miró así.

—Un placer conocerte —decide despedirse para entrar a la seguridad de su cabaña antes de empeorar su vergüenza.

Las palabras que Oliver quiso decir no salieron, ni siquiera pudo pedirle que esperara, no le quedó más que irse y continuar su recorrido murmurando enfurruñado.

—Por favor, Dios, dime que me lo pueda ligar— habló a la nada mientras salía de la playa, tratando de no gritar en frustración y emoción — joder, que este soltero... ¡ah! contrólate, Oliver, no puede ser, maldita sea.

Se sintió avergonzado por perder su oportunidad de entablar una primera conversación adecuada con Elliott, si bien cuando llegó pueblo pensó que podría conocer a alguien que despertara su interés y Harvey definitivamente lo hizo, no se comparaba en nada a la reacción que tuvo por Elliott. Lo tomó desprevenido, le resultaba imposible no poner el asunto como prioridad pensando que en la playa descansaba un hombre tan atractivo e interesante. La noche cayo mientras recorría el pueblo, el cansancio lo atrapó así que se dispuso a llegar a casa y descansar de las emociones del día.

Elliott se preparaba para pasar otra noche en vilo escribiendo, no pudo dejar de pensar que lo más destacado del día, además el regreso de Willy, fue conocer al nuevo "vecino". No debería sentirse tan conmocionado por el encuentro y aun así esperaba que la mira del chico fuera algo positivo. 

El romance de Oliver y ElliottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora