Basta, harás que me desmaye

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Era viernes por la noche cuando Elliott volvió a ver a Oliver, estaba en el salón con Lea, como normalmente lo estaban los viernes por la noche y entonces Oliver entró, miro severamente a Gus por alguna razón, recorrió el lugar como si buscara algo y cuando sus ojos finalmente se encontraron el chico rápidamente mira en otra dirección. Nota que Oliver está desaliñado, su overol tiene un poco de tierra y su cabello esponjoso se veía alborotado, no tiene forma de saber si era su forma habitual, pero el chico parece cansado.

Aun así, Oliver se las arregla para charlar con otras personas, incluso con Shane, trata de no mirar demasiado en dirección a Elliott temiendo el juicio además del rechazo, verlo con una chica (a quien aún no conoce) le hace entender que se precipitó, no puede sorprenderse de que Elliott sea poco menos que amable, la misma historia de siempre, piensa con amargura.
No había mucho que hacer y temía que Gus le vendiera otra ensalada así que decidió irse. De cualquier manera, ya era tarde, ser granjero estaba tomando más de su energía de lo que esperó. Mientras Oliver salía, Elliott soltó un suspiro y peinó su cabellera para luego beber la mitad restante de su cerveza.
—Creo que ya bebiste demasiado— Lea lo miró preocupada, Elliott no era muy consciente de su poca tolerancia al alcohol.
—Al contrario, es solo mi segunda cerveza— aseguró confiado.
—Eso es demasiado para ti, ¿estas bien? —la voz suave de Lea hizo que Elliot se sintiera culpable.
—Si, solo... — miró en dirección a la puerta y tomó una decisión—debería irme a dormir— Elliott se levantó, tratando de no tambalearse.
Lea lo llamo preocupada, pero el pelirrojo solo se despidió con un gesto.

Oliver apenas se había alejado un metro del salón cuando escuchó la puerta volver a abrirse, vio por el rabillo del ojo a Elliott, estaba listo para fingir que no lo notó hasta que escuchó que algo cayó sobre un arbusto y alguien soltó una maldición.
El alma buena y servicial recién descubierta de Oliver no pudo dejar al hombre tirado.
—¿Estas bien? —se apresuró a tenderle la mano y sorpresivamente pudo ayudarle a levantarse.
—Estoy bien, de maravilla, solo fue un pequeño tropiezo, es difícil ver por la noche — Elliott logro enderezarse y comenzó a sacudir polvo y hojas de su ropa y cabello.
—Si, dímelo a mi— se quejó el castaño acomodando el marco de sus lentes.
—Melo a mi—Elliott soltó con simpleza, ambos permanecieron callados antes de que el escritor soltara una carcajada al ver la mueca confundida del castaño. Oliver no reacciono por un momento y luego soltó una risilla por lo bajo meneando la cabeza, sin poder creer que un hombre de apariencia tan seria pudiera hacer una broma tan tonta. Se pasó la mano por el rostro y tuvo que cubrir su boca para ocultarla risa.

—Lo siento, ha sido una pésima broma, pero no pude evitarlo— Elliott no lo sentía, pero tenía que mantener la fachada. Supo que era burdo, pero hizo reír a Oliver, así que estaba feliz con eso.

—Supongo que ya descubrí que tipo de borracho eres— podría parecer presuntuoso, mas no se le ocurrió algo más que comentar.

Oliver aun no sabía cómo sentirse, no podía decir si la interacción se debía puramente a los efectos de la bebida o si el Elliott sobrio también se habría acercado a él. Se quedó atrapado en la conversación, su deseo de conocer a Elliott se avivó un poco y solo porque el hombre estaba dispuesto a seguir la conversación.

—Difiero de tu juicio, estoy perfectamente sobrio— con toda confianza Elliott enderezó su espalda tratando de no tambalear.

Su apariencia lo delataba: los ojos entrecerrados, postura más relajada de lo habitual, su habla sonaba más jovial y por supuesto el humor simple y tosco.

—Te acabas de caer en un arbusto— el granjero logró decir puntualmente y sin reír al recordarlo.

—Lo cual perfectamente podría haberme sucedido antes de la bebida— respondió con fluidez, desvergonzado.

—No te conozco tanto como para asegurar o negar eso— rebatió oliver, riendo e intentó no sonar cortante o desinteresado.

—Tendrías que confiar en mi palabra... y eventualmente conocerme mejor— Elliott se inclinó hacia Oliver y le sonrío ligeramente, desinhibido y cándido.

Oliver se queda atónito ante la declaración, no pudo soportar esos ojos verdes sobre él, demasiadas ideas volaron. Elliott notó que Oliver volvió a su yo tímido y abatido, el momento parecía propicio.

—Oliver...— el moreno no quería responder, pero después de ser llamado tan repentinamente en un tono suave y amable, sería maleducado que no le mirara, Oliver lo sabía así que sus ojos se encontraron de nuevo, el rostro apenado de Elliott le devolvió la mirada — debo disculparme contigo. Lamento mi reacción ante tu obsequio, aprecio tu intensión, de verdad, la cuestión es que... No soy un fanático de los narcisos, no podrías saberlo, lo siento.

—Oh— Oliver sintió un pequeño alivio, Elliott sonaba sincero y arrepentido, Dio vueltas al asunto en los días anteriores, dudando en acercarse para disculparse pensando que había molestado a Elliott, le quitó un peso de encima que el pelirrojo tuviera la iniciativa de iniciar la conversación al respecto y la idea que esa mirada estuviera destinada a la flor y no a él lo hizo sentir mejor — lo siento no debí...

—No, no te disculpes, por favor— Elliott se apresuró a silenciar la disculpa inmerecida. Sin embargo, ya no sabía cómo continuar la conversación, sería inadecuado simplemente despedirse, pero se estaba haciendo tarde y claramente necesitaban descansar.

Oliver tampoco sabía que decir o que hacer, cualquier conversación importante prefería tenerla cuando Elliott estuviera sobrio, señaló el cansancio y la falta de agilidad del pelirrojo así que se ofreció a acompañarlo hasta la playa. Elliott trato de disuadirlo, pero el castaño resultó ser más terco de lo que supuso y mencionó el incidente con el arbusto y no pudo negarse más. En el camino charlaron alegremente sobre sus cosas favoritas, aprendiendo uno del otro. Oliver no confiaba en su memoria, se aseguraría de escribir algunas para no olvidarlas si quería hacer prosperar su relación hasta más allá de una amistad

Después de despedirse Oliver no se percató de la hora, ni del cansancio de su cuerpo, estaba sobrellevado por la emoción. Antes de que se diera cuenta sus ojos se cerraron y al abrirlos estaba mirando el techo de la clínica con Harvey a su lado cobrándole un ojo de la cara por una supuesta operación de emergencia. Tuvo que prometer que tendría más cuidado y agradeció en voz alta no haberse desmayado en presencia de Elliott.

Harvey no tuvo corazón para decirle que fue Elliott quien lo llevo hasta la clínica en brazos y preso del pánico. 

El romance de Oliver y ElliottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora