Sombras de Intención

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Con pasos ligeros y el corazón todavía latiendo con la emoción de lo que acababa de ocurrir, me reuní con Luna y Chico. Juntos, regresamos a casa, compartiendo historias y risas en el camino mientras el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados. A medida que la noche caía y las estrellas comenzaban a parpadear en el cielo oscuro, una pregunta persistente ocupaba mi mente: "¿Debería ir al encuentro en el bosque?"

El tiempo pasó rápidamente, y pronto la hora se acercaba. Me encontraba en mi habitación, mirando el reloj con una mezcla de nerviosismo y expectativa. El suave murmullo de la brisa nocturna se filtraba por la ventana abierta, llenando el ambiente con un aire fresco y misterioso. Cada tic-tac del reloj parecía resonar con las decisiones que tenía por delante.

Me detuve por un momento, reflexionando sobre todo lo que había ocurrido desde mi llegada a este mundo desconocido. Luna y Chico habían demostrado ser amigos leales y valientes compañeros en esta inesperada aventura. La sombra, con su oferta enigmática, era un recordatorio constante de que había algo más grande en juego, algo que todavía no entendía por completo.

Finalmente, tomé una decisión. Me puse de pie, sintiendo cómo la determinación fluía a través de mí. Me enfrentaría a lo desconocido, enfrentaría mis miedos y buscaría las respuestas que tanto anhelaba. Me dirigí hacia la puerta, dejando atrás las dudas y los temores que habían estado atormentándome.

Mientras caminaba hacia el bosque en la oscuridad de la noche, el susurro de las hojas y el crujido de las ramas bajo mis pies creaban una sinfonía natural que resonaba en el aire. Cada paso me acercaba más al lugar de encuentro, donde la sombra había prometido aparecer. Mi corazón latía con fuerza, lleno de emoción y una chispa de valentía.

La oscuridad del bosque me rodeaba, pero no sentía temor. Una extraña calma se apoderaba de mí, como si estuviera destinado a este momento. Al llegar al punto acordado, me encontré solo bajo el dosel de árboles altos y frondosos. La luna se alzaba en el cielo, arrojando una luz plateada sobre el paisaje.

Y luego, como si emergiera de las sombras mismas, la figura apareció una vez más. Sus contornos eran más nítidos en esta ocasión, revelando rasgos intrigantes que capturaron mi atención. "Has venido", resonó su voz, esta vez con un matiz de aprobación.

Asentí con determinación, enfrentando a la figura con una mezcla de curiosidad y resolución. "He venido", respondí, mi voz firme a pesar de las emociones que giraban en mi interior. Las palabras flotaban en el aire, cargadas de significado y posibilidades aún por descubrir.

"¿Sabes?", susurró aquella sombra con una voz que envolvía como una noche densa. Al oírlo, un escalofrío recorrió mi espalda. "¿El qué? ¿Por qué me pediste que viniera?", respondí, tratando de ocultar la inquietud que me provocaba su presencia.

La sombra soltó una risa sombría y sus palabras resonaron con una determinación ominosa: "¿Crees que todos los chibis de este mundo son buenos?". Me enfrenté a sus ojos oscuros y sentí una punzada de confusión. "Bueno... claro, para eso están. Para ayudar a los humanos a enfrentar su día a día", respondí con titubeo.

La risa de la sombra resonó con burla. "Ilusa", dijo con desprecio, "no sabes nada". Se tomó un momento para disfrutar de mi desconcierto antes de continuar. "Si realmente todos fueran buenos, no les sucederían tantas cosas malas a los humanos", afirmó con amargura.

Mis cejas se fruncieron en confusión. "¿Qué quieres decir?", pregunté, tratando de desentrañar el enigma que presentaba. La sombra exhaló un suspiro cargado de desdén. "¿Aún no lo entiendes? ¿Tan ilusos son los humanos?", se mofó mientras sus ojos parecían arder en la oscuridad.

"Voy al grano", declaró con un tono que hizo que mi piel se erizara. "No todo es arcoíris en este mundo, ni tampoco en el vuestro. Hay chibis que estamos hartos de estar ayudándoos. ¿Por qué no nos dan nada a cambio?", espetó con una rabia que parecía emerger de las sombras mismas.

"Estamos cansados de que siempre se metan en problemas y nosotros tengamos que estar ahí para apoyarlos y ayudarlos, incluso cuando ni siquiera son conscientes de nuestra existencia", confesó con un dejo de amargura. "Pero gracias a un grupo valiente de chibis, vamos a poner fin a eso", reveló con una chispa de determinación en sus ojos oscuros. "Ahora, serán los humanos quienes tendrán que servirnos".

Mis ojos se abrieron con sorpresa y temor. "¿Qué insinúas?", mi voz tembló ligeramente. La sombra soltó una risa que reverberó en el aire. "Que están acabados. Pronto llegará la justicia y los humanos se postrarán a nuestros pies. ¿Por qué? Porque ya es hora de que sientan lo que es estar en el otro lado", dijo con un tono gélido.

"¿No hay otra solución?", cuestioné, buscando una alternativa a la oscuridad que parecía envolver sus intenciones. La sombra dejó escapar una risa cínica. "¿Otra solución? Claro que no. Pero no te preocupes, las chicas se divertirán mucho", dijo con una sonrisa siniestra. "Porque serán nuestras 'queridas'".

Un fuego de indignación ardió en mi interior, pero sabía que enfrentar a esta sombra no era una opción. "Bueno, mucha suerte con eso", murmuré, luchando por mantener la calma mientras una ira impotente crecía en mí. "Espero con ansias el día en que te veas frente a tus propias sombras". La sombra soltó una risa estridente antes de desvanecerse en la oscuridad, dejándome con un escalofrío en el alma y una inquietud que no podría sacudir fácilmente.

Continuará...

El Mundo de los ChibisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora