Cap 3

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15 de febrero

Tras unos instantes, la vergüenza cedió al percatarme de que Giorgio me trataba con su habitual desenfado.

Opté por adquirir paquetes de gasas tras el mensaje materno, solicitando un tamaño específico para su cirugía. Evidentemente, no podía embarcarme sola, así que recurrí a Brandon para que me acompañara. Aunque asintió inicialmente, después de clases reveló que un insensato compañero ya lo había requerido para ir al banco. Inicialmente me molesté, mi perspectiva cambió al identificar al individuo en cuestión, liberándolo de cualquier atadura en su trato hacia mí. No obstante, este día era una encomienda madre, y no permitiría que un simple enamoramiento lo desviara. Con fervor, supliqué a Brandon que me acompañara, y así, rumbo a Walmart y luego al banco, proseguimos nuestra travesía. No me opuse, pues, francamente, disfrutar de la compañía de un joven atractivo solía ser una elección acertada.

El trayecto se vio salpicado de bromas, mientras yo soportaba la insistencia de Donovan, quien no cesaba de coquetear. Mi agradecimiento fue silencioso cuando Jacinto, el chico alto, intercedió, poniéndose entre nosotros, algo que me hizo querer agradecerle de rodillas. Llegados al banco, un dilema surgió con la aparición de Jacinto (cuyo nombre desconocía, reconociéndolo solo por sus apodos: Jacinto y otro sumamente vulgar). Mi dilema: ¿cómo era posible que me gustara alguien más cuando mis sentimientos se inclinaban por Giorgio? Una batalla interna que mi cerebro empeñado en complicar decidió librar. La verdad era que, si Giorgio no mostraba interés, ¿por qué no explorar otras posibilidades? Al menos, esa era la lógica que me susurraba aquella tarde.

Continuamos hacia Walmart, donde la travesía se tornó caótica con estantes derribados y seguridad siguiéndonos. Encontramos regalos de San Valentín, y una desconocida instó a Jacinto a obsequiarme un oso de peluche, provocando mi diversión ante la inesperada confusión. Aunque no éramos pareja, la insistencia persistía, y yo seguía la farsa con la esperanza ligera de obtener un chocolate. La confesión de mi preferencia por uno de los presentes añadió un toque de drama, pues admito que disfrutaba ser el epicentro de mi círculo social.

En el preciso instante en que Brandon inició su pedido de alimentos, nos dirigimos a un establecimiento Oxxo ubicado frente a Walmart. Cortésmente, les permití seleccionar sus elecciones mientras yo me retiraba a una discreta distancia, simplemente observando. Cuando Jacinto optó por una sopa instantánea, un desafortunado tropiezo de mi parte resultó en un contacto que le provocó una quemadura en la mano. Al percatarme de mi error, no dudé en ofrecerle un beso reparador en esta, entonando la canción infantil destinada a sanar heridas mientras cuidadosamente limpiaba su mano. En ese momento, la certeza de mi perdición se manifestó al cruzar nuestras miradas, comprendiendo que mi destino consistía en contemplar su sonrisa y el resplandor en sus ojos.

De vuelta al colegio, aguardamos la llegada del Uber de Brandon. La sugerencia de acortar el tiempo mediante un beso surgió principalmente de la conjunción de pensamientos entre Jacinto y yo. Aunque inicialmente concebido como un acuerdo entre nosotros, culminó en un beso involucrando a tres: Donovan, Jacinto y yo. Siendo plenamente sincera, este episodio marcó el inicio de una serie de besos desagradables por parte de Donovan, lo cual solo sirvió para destacar la apreciación por los intercambios más genuinos compartidos entre Jacinto y yo.

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