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- Ya no puedo más

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- Ya no puedo más... - Spreen soltó un largo suspiro cuando se dejó caer totalmente agotado en el suelo.

Llevaba dos días desde que partio desde su casa y aunque seguía vivo, podría decirse que muchas veces estuvo cerca de la muerte, aunque eso ya lo podriamos haber imaginado.

Pero ahí estaba él, vivito y coleando. El sol impactaba en todo su cuerpo envolviendo en un calor sofocante, no paraba de sudar y se sentia incomodo.

- Sol de mierda, la puta que lo parió...

Spreen se quejo dejandose caer de espalda sobre el cesped viendo al cielo, sabía que ya estaba cerca de las cordenadas que aquel oso angelical le había dado, solo que estas demostraban que aún tenía que seguir subiendo la colina en la cual el había estado subiendo hace más de diez horas.

Cerró sus ojos sintiendo su cuerpo más pesado de lo normal al relajarse totalmente, no había dormido la noche anterior, digamos que había que tenido un pequeño percance con unos búhos, sí, ahora odiaba a los búhos.

Bostezo sintiendo el sueño llegar a él, pero se hizo la fuerza de voluntad para negar y sentarse en el césped.

- No, no puedo dormir. Tengo que llegar para sacarme esto.

Restregó uno de sus ojos volviendo a bostezar se levantó nuevamente comenzando a caminar para seguir su trayecto.

No tardo demaciado en llegar a las cordenadas que Rubius le había indicado, levantó la mirada y conenzo a observar a su alrededor, pero no había nada raro, era un bosque común y corriente; en frente había una montaña la cual no daba la posibilidad de rodearla para llegar al otro lado debido al gran tamaño.

Spreen dejó caer su mochila al suelo y estiró sus brazos, camino comenzando a buscar alguna señal, alguna cueva en la montaña o algo que le diera señales de que no había ido ahí por nada, más aún así no habían señales de vida, ningún sonido que no sean algunos animales de sus alrededores.

- Holaaa - Grito esperando escuchar alguna respuesta.

Pero nuevamente nada.

Los minutos comenzaron a hacerme más largos, no quería enojarse, no iba a enojarse. Sí le había creído a un oso angelical que no conocia y que le había dicho que vaya ahí para al final no encontrar nada.

No sé iba a enojar obvio, pero si eso era una broma se iba a encargar de agarrar a ese oso y meterle una patada en el culo por cada segundo que se tomo para llegar a la punta de aquella montaña; y eso que eran muchas, demasiadas.

Mala suerte (spiderbear)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora