Niall era un recién graduado de diseño y le fue bien pues encontró trabajo de inmediato, lo mejor es que no tenía que salir de casa, laboraba pocas horas al día y ganaba bien. Subía a internet sus diseños y en poco tiempo se hizo conocido, recibiendo un muy buen dinero por las obras que vendía.
Era algo así como un diseñador, que también resultaba ser lo que llaman "influencer", pero Niall odiaba ese termino por lo que se denominaba a sí mismo como un tonto haciendo videos de cosas que le gustan.
Le iba bien, tenía una buena vida, eso hasta que fue al supermercado un jueves por la mañana, justo a la hora en que todos los hombres mayores con éxito decidían ir de compras, buscaba algo casual, siempre le había encantado la experiencia y la forma en que esos hombres sabían mantener una conversación, justo iba por eso, juraba que si, solo por una aventura de momento, pero entonces conoció a Harry.
Estaba en la sección de verduras, escogiendo unos tomates, Niall lo vio a lo lejos y decidió acercarse, porque vamos, era demasiado atractivo, nunca había visto a alguien tan de su agrado.
— Los de allá están mucho más frescos. — apuntó a los que estaban en la estantería de arriba.
— ¿Gracias? — lo miró de reojo, Niall sintiéndose nervioso al pensar que era un entrometido. — ¿Te conozco?
— No, pero se veía demasiado perdido escogiendo unos simples tomates, y soy caritativo.
— Entonces si te debo un agradecimiento. — se rio y luego de un momento en silencio, preguntó — ¿Se hizo moda venir a coquetear con hombres mayores al supermercado?
— ¿Disculpe?
— Es que no eres el primero, ha habido por lo menos otros dos en las últimas semanas.
Niall sintió su rostro arder ante la vergüenza de ser descubierto, iba a negar de inmediato hasta que lo interrumpió.
— Aunque a nadie le ha ido tan bien como a ti, a ninguno le suelo hablar, solo los ignoraba y me iba.
— ¿Debo tomarlo como cumplido? — cuestionó y estuvo dispuesto a irse, pero una mano lo tomó del hombro.
— Puedes tomarlo como mejor te parezca, pero solo digo que tú sí me gustas lo suficiente como para darte la aventura que se nota que buscas.
Y así empezó, al principio solo tuvieron sexo casual, luego ambos iban al mismo supermercado con la ilusión de encontrar al otro, y cuando en efecto se veían, volvían a tener sexo. Hasta que un día:
— ¿Me darías tu número de contacto? — preguntó Harry un día en el que habían tenido sexo vainilla y se encontraban acostados en la cama del rubio.
— ¿Para qué?
— Pues para llamarte ¿o para qué más sirve?
— Pensé que habíamos decidido mantenerlo casual.
Harry, que hasta el momento se había mantenido acariciando su brazo de arriba a bajo, dejó de hacerlo y se separó del abrazo en el que tenía a Niall.
— Claro, lo siento — se levantó, atrayendo su pantalón del suelo.
Niall supo que había arruinado algo importante, por lo que agregó:
— Te lo daré — se posicionó a su lado y besó su hombro — ¿Estás seguro de llevar esto más allá?
— Me gustas.
— Y tu a mi, mucho.
Bueno, Niall supo que estaba perdido, pero, por alguna razón, no le importaba en absoluto.