📚¿Tranquilidad en Danbury?🎸

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El pueblo en verdad era tranquilo. La abuela de Bella, una señora encantadora de unos setenta años, nos recibió como si fuesemos también sus nietas.

—Kai-len —dije despacio.

—Sabes que no es sorda, ¿verdad? —Maya rió detrás de mí— Digo, ella te escucha perfectamente, eso no hará que lo pronuncie bien.

Y la señora rió como si no me hubiese llamado Deilen la última hora. Ya no sabía cómo explicarle, simplemente para ella mi nombre era ese.

Puse los ojos en blanco.

—Nonna deja en paz a Kailencita, le estresa que la gente confunda su nombre. Según ella es "único y original"

—Le estresa porque su nombre es el de una jugadora de fútbol bastante famosa, Kailen Sheridan que juega como guardameta para el San Diego Wave de la National Women's Soccer League de Estados Unidos y en la selección de Canadá. —Maya habló sin respirar.

—Wow —Amy venía comiendo como siempre— Si que la conoces.

—Lleva siendo mi mejor amiga veinte años. He visto cada partido de fútbol femenino que existe, todo porque ella lo ama.

—Esa es mi chica —y chocamos los cinco como cuando aún teníamos quince años.

—¿De dónde sacaste eso? —pregunté dirigiendo mi mirada a sus manos.

—Las traía en mi mochila

—Siempre anda con comida —Becca robó una de sus papitas— Algo le dice que no habrá allá donde vaya y siempre lleva papas a donde sea que tenga que ir. Es lo principal de la maleta.

—Eso es enfermizo —molesté.

—Claro, porque estar obsesionada con una jugadora de fútbol no lo es. Ja

—Bien chicas, asignaré las habitaciones, aquí solo hay tres y una es de mi abuela, entonces, alguien debe coger el sofá y no seré yo —declaró antes de que pudiera decir algo.

—Somos cuatro, una duerme con Bella y otras dos en la otra habitación. La última toma el sofá de la sala. Entendido. Juguemos piedra, papel o tijera. —sugerí.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó la rubia.

—Hagamoslo dos contra dos, las que pierdan juegan entre ellas y la que pierda de esas, va al sofá todo el fin de semana.

Asintieron.

Jugamos, Becca y yo mientras que al otro lado lo hacían Maya y Amy. Yo perdí, Maya perdió. Había que decidir.

—Bien, a la de tres —dijo— Por cierto, ví una rata allí arriba.

—¿Qué?

—Un, dos, tres —saqué tijera, ella piedra— Siempre funciona.

Rió

—Eso es trampa —protesté

—No hizo nada —Becca entrecerró los ojos.

—Dijo que habían ratas, mis impulsos psicológicos me hicieron sacar tijeras, como defensa.

—Eso no está comprobado —dijo riendo. Ella sabía que sí funcionaba así— En fin, disfruta de tu sofá Kailencita.

Maldita niñata de mierda.

Eres una idiota

Esto es tu culpa

Si eso te recoforta...

—¿Hay peluquerías por aquí? —pregunté

—Claramente, es un pueblo, no un desierto paradisiaco —Bella puso los ojos en blanco.

La nota que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora