El fin de semana estaba por terminar. Aquel domingo a las cinco de la tarde era toda una tortura aburrida. Yo preparaba mi maleta para partir a casa al día siguiente. Maya llegó hasta mí, su mano tocó mi cintura, sus pechos quedaron contra mi espalda y su boca cerca de mi oreja.
—¿Estás ocupada? —susurró y se me erizó la piel.
—Yo...em, no, solo preparaba mi maleta. ¿Necesitas algo?
—Bueno, creo que necesito ayuda con algo —sus labios fríos dejaron un beso detrás de mi oreja.
Miré a la puerta. No había nadie en casa, las chicas habían salido a comprar cosas con la nonna y de ahí irían a la feria. Yo me quedé, debía terminar un proyecto importante para entregar el lunes y Maya no tenía ganas de salir, aún tenía resaca de cuando se emborrachó en el lago el día anterior.
—¿Ayu-yuda con qué? —tartamudeé. Sus labios dejaron otro beso.
—Hace mucho calor. Necesito un poco de alivio.
Mierda. No podía hacerlo en casa de la abuela de Bella, sería una falta de respeto, una muy grande.
Me giré. Sus labios se veían apetecibles, rosas claro, aquellos ojos avellana me miraban como si fuesen a devorarme.
Lo haría si dejaras de pensar y solo la besaras.
—No podemos —aseguré poniendo mis manos en su cintura diminuta como si eso no nublara mis pensamientos a tal punto de solo querer apretarla contra mi cuerpo.
—¿Por qué no? —preguntó coqueta acercando sus labios a los míos pero sin tocarlos.
—Es la casa de la nonna, es una falta de respeto y podría aparecer cualquiera.
Su boca se separó de la mía y se acercó a mi oído mientras suspiraba para luego hablar.
—Prometo que será rápido —su voz sonó a un gemido.
—Maya —incluso yo ya perdía el control.
—No seas aburrida, nena —y volvió a hacer como si gimiera.
Esa forma de llamarme me derritió. Mis manos terminaron por levantarla de los muslos mientras ella me rodeaba por la cintura. Su boca atacó la mía sin previo aviso y sonrió cuando mordí un poco su labio.
La maleta terminó en el piso con cada pieza de ropa desparramada y aquello no pudo importarme menos.
Mi blusa abandonó mi cuerpo dejándome el torso al descubierto y haciendo que el frío de la ventana abierta me recorriera la columna. Maya nos volteó quedando sentada sobre mí. Ella misma quitó su blusa y la tiró junto a la mía por alguna parte de la habitación.
—Eres tan bonita —se me escapó.
Ella sonrió como si fuese la primera vez que se lo decían y mi estúpido corazón dió un salto. La besé para callarlo.
Lo siguiente en abandonarme fue el short que llevaba y luego de eso el cabello de Maya estaba entre mis dedos mientras mi boca reproducía los sonidos más obscenos que alguien podría decir.
—Nunca he hecho esto —dijo separando su cara para mirarme.
No dije nada, yo tampoco lo había hecho.
—Relajate, lo harás genial
¿En serio?. ¿Acabas de animarla como si fuese esto un campeonato de algo?. Eres una idiota.
Lo próximo fue un gemido de mi parte cuando su lengua tocó el punto sensible. La movió lento, mientras me miraba con esos ojos avellana, agregó dos dedos y mi espalda se arqueó sin yo quererlo, como una reacción automática a su toque tan exquisito.
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La nota que nos une
Novela JuvenilLa vida nos depara cosas horribles y emocionantes, pero, enamorarse de su mejor amiga ¿en serio?. Kailen supo que la vida le jugó una mala pasada cuando sonreía solo con mirarla. ¿El problema? Maya nunca sentiría lo mismo. O al menos eso pensaba. En...