📚Entre fiestas y favores 🎸

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Advertencia de contenido+18

Las melodías abandonan mi guitarra sin ánimos, no logro componer nada y eso me frustra. Estoy a solas en el departamento, Maya salió a por un café con las chicas, intentó que yo también fuera, pero la verdad es que mi mal humor solo arruinaría su salida, entonces fue mejor quedarme.


—Es una mierda. —maldije y dejoñé la guitarra a un lado.

El timbre sonó, resoplé. Seguro Maya volvió a olvidar sus llaves, como siempre. Un día la dejaré fuera así no las olvida más.

Sabes que no lo harás

Ya veremos

Volvió a sonar el timbre. Grité que voy y camino más rápido el espacio entre el salón y la puerta. Al abrir, encontré la sonrisa gigantesca de Hades y justo detrás, la amargura de Hera.

¿Qué hacen estos aquí? ¿Cómo saben dónde vivo?

—Hola. —Hades saludó emocionadísimo.

—Si, hola. —Hera no tenía la misma ilusión. —Antes de que preguntes nada. Fue Bella, ella nos dió tu dirección. Le dije que teníamos un proyecto de Biología, siento la mentira, pero era eso o que Hades se pasará toda la tarde insoportable conmigo.

El rió bajito.

Los invité a pasar y fui a la cocina ofreciéndoles café.

—Entonces, ¿A qué viene la visita sorpresa?

—Ese concierto fue genial. —Hades soltó y me puse un poco incómoda.

—Gracias.

—Hades, déjala en paz. —su hermana lo reprendió bebiendo de su café. —Esta noche tenemos una fiesta. Sois celebridades, entonces, mandar un correo sería estúpido y no tengo tu número, entonces, vinimos personalmente.

—Es jueves. —razoné.

—¿Y? ¿Haces algo mañana que sea importante? —Hades no aceptaba un no. —Obviamente tienes cosas que hacer, eres una famosa, pero venga, un poco de diversión. Prometo no poner ningúna de vuestras canciones si eso os incomoda.

—No me molesta, modestia a parte, nuestras canciones son geniales.

—Perfecto, entonces puedes invitar a quien quieras. ¿Me das tu número y te paso ubicación?

Dudé, ella lo notó.

—No voy a venderlo, descuida, tengo cosas mejores que hacer.

Tomé su teléfono, anoté en número, y para estar segura de que nadie lo viera y acabará en redes, me agendé como K.S

—Chao estrella —Hades salió primero.

—Si, adiós, Kailen.

Maya regresó horas después, o eso supuse porque me quedé dormida en el sofá abrazando mi guitarra.

Tantas noches de desvelo comienzan a pasarme factura. No tengo edad para esto.

Habló la anciana.

—Hola dormilona —Maya salió de su habitación con las gafas de lectura que rara vez solía usar.

—¿Hace cuánto llegaste?

—Unas cuatro horas.

¿Cuatro..? ¡Mierda, me dormí.

Miré el teléfono. Once de la noche. Olvidé decirle a las chicas de la fiesta, me matarían si lo dijera a esta hora.

La nota que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora