📚¿Nos enrollamos o no?🎸

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La boca de la botella apuntaba a nada más y nada menos que Maya, tan sonriente ajena a todo.

Ni siquiera le importa. Por que no le gustas.

Todos nos miraban esperando cumplieramos el reto. Nos pusimos de pie en sincronización y caminamos al cuarto de lavado en el que nos "enrollaríamos"

—¡Auch! —lamentó Maya, luego de chocar con algo

—¿Estas bien?

—Si, he chocado con una estantería de detergentes.

Reí, ella me siguió. Se escucha otro sonido fuerte y su cuerpo empujó el mío contra la pared.

—Mierda, lo siento. Estoy un poco borracha —su aliento rozaba mi cuello debido a la diferencia de altura.

—Descuida, estoy bien. ¿Te duele algo? —pregunté nerviosa por la cercanía. Por que sí, me gustaba Maya.

No nos habíamos dado cuenta genio

Callate de una vez.

—La espalda baja un poco. El golpe fue ahí —me sacó de mi lucha interna con su respuesta.

Mis manos rodearon su cintura para descender un poco y frotar la zona queriendo calmar el dolor. Las suyas fueron a mis hombros haciendo masajes inconscientes.

—¿Mejor? —pregunté.

—Si —y a mi pesar quité las manos del lugar en el que estaban. —No las quites.

Abrí los ojos asombrada.

—Me gusta el calor que me hace sentir.

Calor tenía yo en aquel momento. Apoyó su cabeza en mi hombro y ahora si pense que perdería la cabeza.

—¿Cuánto llevamos aquí? —un suspiro al final me erizó la piel.

—Tres minutos.

—¿Nos enrollamos o no?

Que cojo..

Vaya, la chica quiere acción. Venga, demuestrale lo que pueden hacer tus labios.

Que no. Es mi mejor amiga y está borracha. No sabe lo que hace.

Ni sibi li qui hici

Antes de poder formular una pregunta, sus labios chocaron contra los míos. Los dedos me acabaron enredados en su cabello empujándola más hacia mí, como si eso fuese posible.

Mi cabeza tomó el camino de la razón y la aparté con suavidad.

—¿Qué pasa? —preguntó con las mejillas rojas y el cabello desordenado por mi agarre.

—No podemos. Tu.. Yo.. Somos

—Mejores amigas. Es solo para experimentar. Ninguna lo recordará mañana, además, no nos gustan las mujeres, como dije, es solo por probar.

Todo eso sería correcto si no fuese porque me gustaban las mujeres, en concreto, ella.

La miré, esos ojos pardos, con los labios rosas por la hinchazon debido a la brusquedad del anterior beso. Era incorrecto, pero si no podía tenerla conmigo, ahora quería permitírmelo, ella quería, así que sin más palabras de por medio volvimos a besarnos. Esta vez con más brusquedas e intensidad. Como si se nos fuese la vida en ello.

Abrieron la puerta iluminando el lugar y nos apartamos.

—Ellas si que saben aprovechar el tiempo —dijeron antes de que saliéramos.

Al volver todos se quedaron mirando, bueno, no todos, solo aquel que no iba tan borracho para notar nuestro pelo enmarañado y los labios rojísimos.

—Vaya pintas —una Amy más que borracha apareció de la cocina con una galleta en la mano.

La nota que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora