Los dioses observan desde lo alto a las demás razas y de este delicado equilibrio siempre fue respetado.
El imponente dios de los mares, Poseidón, siempre mantuvo su distancia de las demás divinidades. Sin embargo, su fría indiferencia se ve desafia...
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- Beelzebub... - pronunció el nombre con un tono casi quedo, como si fuera una maldición que no debería ser dicha en voz alta.
¿Beelzebub? - repitió en un susurro - ¿ese hombre es real? -
El hombre exhausto asintió con solemnidad, como si confirmara algo que solo unos pocos sabían.
- Parece obsesionado buscando a alguien de cabello largo rubio y cuerpo lleno de cicatrices -
- claro, lo tomare en cuenta - le restó importancia al tema - ¿Mi hermana ya llegó? - preguntó, cambiando el enfoque de la conversación.
- Sí, pero usted no estaba y ella se fue a dar un paseo -
El hombre asintió y suspiró
-Está bien, avísame en cuanto ella llegue - instruyó antes de comenzar a caminar por la sala, escaneando los estantes en busca de algún libro
-Entendido, mi señor. Si necesita algo más, estaré a su disposición - El hombre asintió y se inclinó ligeramente en señal de respeto.
El hombre dirigió su atención hacia los estantes, buscando algún libro en particular. Sus dedos recorrieron las distintas portadas hasta que finalmente tomó uno entre sus manos. Lo hojeó con una expresión concentrada, buscando una parte específica.
- Beelzebub - murmuró para sí mismo mientras buscaba ansiosamente en las páginas del libro.
- así que un dios maldito - murmuró entre dientes el hombre
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- toma - la chica levanta su mano con una sonrisa, ofreciendo un pastelito de carne
- No gracias - respondió el hombre fríamente, su actitud distante mientras observaba a su alrededor con precaución.
- ¿eres vegetariano? - la chica lo miró con curiosidad, arqueando una ceja mientras sostenía el pastelito de carne en su mano.
