Los dioses observan desde lo alto a las demás razas y de este delicado equilibrio siempre fue respetado.
El imponente dios de los mares, Poseidón, siempre mantuvo su distancia de las demás divinidades. Sin embargo, su fría indiferencia se ve desafia...
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Las olas rompían con furia, como si el mismo océano estuviera inquieto y perturbado. La brisa marina llevaba consigo un aura de tensión, y el cielo nublado se reflejaba en la superficie del agua.
La mujer se acercaba lentamente hacia unas rocas que se alzaban cerca de la costa.
- ya te vi...- la chica murmuro para si misma
Mientras se acercaba a la costa, ___ vio una figura solitaria en la distancia. Poseidón estaba sentado en una roca, con una expresión molesta y disgustada en su rostro. Sus ojos estaban cerrados. Una de sus manos reposaba en su pierna, sosteniendo su cabeza con cansancio y frustración.
La presencia de Poseidón parecía dominar la playa, como si el propio mar respondiera a su estado de ánimo. A pesar de la agitación del entorno, el dios de los mares irradiaba una calma superficial, pero su rostro reflejaba claramente su lucha interna interna.
El rugido del mar era ensordecedor, un estruendo que llenaba el ambiente con su poderío implacable. Las olas se estrellaban contra las rocas con furia, lanzando espumas y rocío salado al aire.
___ se asomó entre las rocas, Sus dedos se aferraron con fuerza a las rugosas superficies de las rocas para mantener el equilibrio mientras miraba hacia abajo. Su mirada finalmente se puso de nuevo en la figura Poseidón, quien permanecía en silencio con los ojos cerrados, ajeno al mundo exterior.
La mirada de ___ se posó en Poseidón, cuya expresión de disgusto y malestar no había cambiado. Por un instante, ___ simplemente lo observó en silencio, tomando nota de los detalles de su expresión. Las comisuras de los labios de el estaban ligeramente tensas, y sus cejas fruncidas. Su cabello rubio ondeaba ligeramente con la brisa, creando un halo dorado alrededor de su figura.
Sin embargo, no parecía consciente de su presencia. Con cuidado, ___ extendió una mano temblorosa y acarició su mejilla, buscando su atención.
La agarró con suavidad, entrelazando sus dedos con los de él.
La caricia fue suave, apenas un roce en medio del tumulto del mar. Luego, sin soltar su mirada, ___ tomó con delicadeza la otra mano de Poseidón, la que reposaba en su pierna, y entrelazó sus dedos con los suyos. Con el roce de sus dedos entrelazados, el abrió lentamente los ojos, volteando a mirar a ___ de manera sorprendida. Sus ojos azules, normalmente fríos e imperturbables cambiaron a una expresión sorprendida
- buenos días -
La sonrisa de ___ no se desvaneció, aunque los ojos de Poseidón reflejaban una clara molestia. A pesar de su intento de retirar su mano, ___ la mantuvo suavemente entrelazada con la suya, negándose a soltarla.
-Buenos días, bella durmiente - respondió ella con calma, como si la hostilidad del dios no la afectara
- que haces aquí, mortal - Poseidón intenta retirar su mano de la de ___ pero ella suavemente lo evita
