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La ansiedad está tocando mi puerta.

No estás.

No te veo.

No te oigo.

No te puedo tocar.

¿Dónde te encuentras?.

Mi corazón late furioso.

Mis nauseas aumentan a cada segundo.

Mi cabeza duele desmedidamente.

Eras la única persona que me daba paz para resistir estás tormentas, eras mi estabilidad, mi escondite.

Te necesito.

Se que debo aprender a ser autosuficiente.

No debo depender de tí... Pero me siento como un niño asustado entre truenos y relámpagos inundando el espacio oscuro de mi habitación.

El miedo crece rápidamente y los dolores aumentan.

Por favor...

Ven a ayudarme.

Necesito que me tengas en tus brazos, soy tu niño.

La existencia duele.

Pero se que te perdí, no puedo pedirte algo que yo no fui capaz de darte primeramente, no puedo pedir que me cuides cuando yo no fui capaz de hacerlo, no puedo pedirte que me consueles cuando yo no estuve para hacerlo.

Me siento impotente.

Insuficiente.

Se que no debo sentirme así.

Pero no sé que hacer.

La ansiedad me ah estado golpeando y los latidos en mi garganta son la prueba de ello.

Estoy a punto de vomitar.

No puedo dejar de llorar.

Perdóname...

No fue mi intención lastimarte, de verdad no quería fallarte aquella vez.

Fui un idiota.

De verdad eres la única que puede calmar mis tempestades.

Necesito tus brazos alrededor de mí.

Así como solías hacerlo cada vez que llegaban mis tormentos.

Te necesito.

No sabes cuánto te necesito mi amada.

Te estaré esperando.

Aún frente a mi último suspiro mantendré la esperanza.

Pensamientos de una persona arrepentidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora