Pensamientos de una persona arrepentida

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En el jardín de la amistad floreció,
un amor puro y sincero, te confío,
un amigo, con sus ojos, descubrió,
que en su corazón, amor había nacido.

Su sonrisa brillante, como el sol,
iluminaba los días más oscuros,
y en su mirada, un brillo de arrebol,
un sentimiento que no era obscuro.

La amistad, como un nido cálido,
cobijó secretos y confidencias,
pero en su pecho, un anhelo encendido,
buscaba trascender en nuevas esencias.

Cada palabra, un susurro disfrazado,
cada risa, un latido entretejido,
el amigo, en su corazón enamorado,
soñaba con ser el dueño de su destino.

Pero, ¿cómo expresar lo que siente?
Temores y dudas lo invadían sin cesar,
pero el amor, valiente y persistente,
le mostró el camino para conquistar.

Con palabras tiernas y gestos sutiles,
le mostró su amor en cada abrazo,
y en sus ojos, destellos de miles,
promesas de un amor eterno, sin ocaso.

La amiga, sorprendida, abrió su corazón,
y en el alma del amigo encontró refugio,
descubrió que el amor, sin distorsión,
podía ser compartido sin perjuicio.

Así, la amistad se transformó en amor,
dos almas unidas por un lazo eterno,
superando barreras con fervor,
forjando un camino lleno de inviernos.

Que el amor de un amigo a una amiga,
sea un testimonio de lealtad y entrega,
que juntos, en su viaje, se abriguen y abrigan,
y su amor florezca como la más bella begonia.

Que la amistad, en el amor, se fortalezca,
y que su historia sea un verso eterno,
donde el amor, en su esencia, prevalezca,
y su amistad perdure hasta el último invierno.

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