Amor sobre ruedas (Charlos)

Un vínculo inesperado

Carlos

Me encuentro en la suite que Ferrari ha proporcionado para mi hospedaje en Milán, preparándome para mi encuentro con Charles. Sé que él también está alojado en este mismo hotel, lo que hace que la posibilidad de cenar en el restaurante del hotel sea una opción conveniente. Sin embargo, Charles ha sugerido que vayamos a otro restaurante, y estoy seguro de que es por una buena razón: para que la gente nos vea juntos.

Mientras me abotono la camisa de cuadros y me miro en el espejo, reflexiono sobre la situación en la que nos encontramos. La presión de alimentar el "ship" creado por las fanáticas no me resulta más que absurda. ¿Por qué han decidido imaginarse un romance entre Charles y yo? Es una pregunta que sigue sin respuesta para mí.

Salgo de la suite y camino por los pasillos del hotel hacia la "cita" con Charles. No puedo evitar cuestionar el propósito detrás de esta salida. ¿Acaso es solo para que las fanáticas nos vean juntos por las calles de Milán? Parece tan superficial y alejado de la realidad de nuestra relación como compañeros de equipo.

Llego al lobby del hotel y veo a Charles esperando. No puedo negar que su presencia me genera una mezcla de emociones. Por un lado, está la frustración por esta situación que nos han impuesto, y por otro...creo quiero conocerlo mejor.

Charles, al verme, me dirige una radiante sonrisa que me hace sentir algo raro en el estómago.

—¡Hola Carlos!

Forzando una sonrisa, le contesto:

—Hola, Charles. ¿Cómo va todo?

—¡Todo genial! —responde tan entusiasta como siempre —. He investigado un poco y he encontrado un lugar bastante agradable para cenar. No es lejos de aquí, pero creo que valdrá la pena.

—Ok, suena bien.

Mientras caminamos por las calles de Milán en dirección al restaurante, no puedo evitar sentir una cierta incomodidad en el ambiente. La expectativa de que actuemos como amigos cercanos parece pesar sobre nosotros, y no puedo evitar cuestionar qué tan auténtica será esta experiencia.

Llegamos al restaurante, y mientras nos sentamos en la mesa que Charles reservó, él está sonriendo y actuando de manera amigable, y aunque estoy seguro de que es genuino en su intento de llevarnos bien, no puedo evitar sentirme atrapado en esta situación forzada.

—¿Has probado la comida italiana antes? —pregunta Charles, muy animado —. Dicen que este lugar es uno de los mejores para disfrutar de una auténtica cena italiana.

Me encojo de hombros mientras miro la carta.

—Sí, la he probado. No está mal.

Charles pide una pasta a la carbonara, y yo pido unos canelones, y lo acompañamos con una botella de vino. No me gusta beber cuando estamos a punto de iniciar la temporada y durante esta, pero Charles insistió en que "la ocasión lo amerita".

Mientras comemos, Charles intenta mantener una conversación amigable conmigo; hablar de nuestras expectativas para la temporada y compartir algunos chistes, pero no puedo evitar sentir que hay una barrera entre nosotros. Una barrera construida por las circunstancias y las expectativas de los demás.