Capítulo II

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Ya ha pasado tiempo, y no he vuelto a tener otra experiencia así. Hasta hoy.

Tengo 14 años, estoy en 8° de bachillerato.

Me cambié de escuela, ahora salgo mas temprano, a las 1:30pm.

Y aquí vamos de nuevo, odio los lunes, odio la escuela, odio madrugar, y odio que me apaguen el aire. Soy dura de despertar, así que solo me apagan el aire, me abren la puerta de mi habitación y lo consiguen.

Ahora tengo que ser responsable, y despertarme antes de que sea tarde.

Abro los ojos y veo lo mismo de siempre, como mi cama queda al frente de la puerta, puede ver el pasillo de mi casa y el bifé, que es una mesa larga de cajones que esta pegada a la pared, y la oscuridad de las 4:30 am.

Siento que otra vez no me puedo mover, realmente no me acordaba de la primera vez que me paso, así que no sabia que hacer, no sabia que era eso que invadía mi cuerpo y no me dejaba ni siquiera hablar.

De un momento a otro, miro al frente, donde veo el bifé y una leve luz que provenía de el bombillo de la sala que estaba justo al lado. Me asombro al ver que al lado del bifé, se encuentra una niña parada, pensé que era mi hermana, trataba de hablar pero no podía; tenia el pelo largo y negro como ella, también llevaba un vestido blanco y estaba descalza, no le veía la cara.

Cada vez que parpadeaba, al abrir y cerrar mis ojos, se acercaba más. Como si se transportará, cada vez estaba mas cerca, el miedo me invadía.

-TITAA, TITAA! -Llamaba a mi abuela, que le acostumbro a decirle así desde que tengo memoria. Pero nada, solo eran gritos mentales, de mi boca me era imposible modular una palabra, no emitía ningún sonido. Me sentía impotente.

La supuesta niña llego a un punto, que estaba casi en mi puerta, le pude ver su rostro, con su mirada fría, era demasiado pálida. Intentaba moverme y no podía.

Empecé a rezar, ya que yo creo en Dios; pedía que me protegiera, que no me pasará nada, tenía mucho miedo. Mis ojos estaban cerrados, no era capaz de abrirlos de nuevo, no me imaginaba que esa niña se me apareciera al lado.

Hasta que me pude mover, al fin.

Salí corriendo a la cocina donde estaba mi abuela, le conté aunque no me puso atención.

Después de un rato, no sentí mas miedo y simplemente me arregle y me fui a clase. Todo paso, menos mal.

Segunda vez.

Pesadillas con los ojos abiertos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora