9. póker;

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Cameron

Después de dejar a Asher y a Mauro con mi madre, fuimos al aeropuerto.

Cuando el avión estuvo en el aire, Giovanni sacó un maletín de debajo de su silla y lo colocó sobre una mesa. Al abrirlo, mostró un set completo de póker, con fichas metálicas, dos barajas y varios dados de color azul transparente.

—No vamos a jugar póker en el avión, Giovanni.

—No vamos a jugar. Vas a aprender.

—¿Yo por qué? No voy a jugar.

—Por si acaso. Alesso también jugará, pero tú también deberías, para mayor beneficio.

—El único beneficio que tendremos si me pones a jugar con dinero de por medio será negativo.

—Aprende, es muy fácil —de todas formas no tenía otra cosa para hacer en la hora de vuelvo que teníamos, así que por qué no aprender a jugar al póker.

Sacó las fichas y me las mostró. Eran diez de colores diferentes con los números 1, 2, 5, 10, 20, 50, 100, 200, 500 y 1000.

—Bueno, al menos las apuestas no serán muy grandes... —opiné viendo las cifras de cada una.

—El pago para entrar a la partida es de cinco millones, no debemos preocuparnos por el dinero. Nosotros tenemos disponibles cincuenta millones para apostar.

—¿Cincuenta? ¿Pretendes que juegue con cincuenta millones de dólares sin siquiera saber las normas?

—Es muy fácil...

—¿Acaso estás loco? Perderemos todo el dinero.

—No vas a jugar. Es solamente por si acaso, no te preocupes tanto.

Empezó explicándome las manos y sus variaciones, no estaba entendiendo absolutamente nada de lo que él estaba hablando, para mí todo sonaba a chino.

Por otro lado, Fabiana parecía incómoda en su asiento al lado de Alessandro. La entendía, tenía la misma cara que había puesto yo al pisar la mansión de Vittori por primera vez y la misma que tenía mi hermano al subir al jet privado de Leo.

Me di por vencida y me levanté del asiento para ir hasta ellos.

—¿Cómo va todo? —les pregunté. Aunque mi hermano estaba dormido.

—Bien. Todo bien —la sonrisa de la chica me ponía nerviosa a mí también.

—¿Segura? No pareces bien. ¿Quieres agua o algo de comer?

—No, gracias. Enserio, estoy bien.

—Está bien.

[...]

Al llegar al hotel, partimos las habitaciones por parejas. Yo cargaba mi maleta y la de Sky hasta la habitación.

—Amor, deberíamos llamar a preguntar por Mauro y Ash.

—Los dejamos hace tres horas con mi madre, mi cielo. Están bien.

—Pero deberíamos llamar. Es la primera vez que dejamos a Mauro solo.

—Llamemos —mi novia era muy apegada al niño, no decía que yo no lo fuera, pero ella tenía una conexión diferente con él.

Terminé de meter las maletas y cerré la puerta. Saqué mi teléfono y le marqué a Amelia por videollamada.

—Hola, hija. ¿Llegasteis bien?

—Sí, ma. Todo bien. ¿Cómo están los niños? —pregunté. Sky se asomó a la pantalla para saludar a mi madre.

in black; sapphic [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora