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En la mañana siguiente, Amber fue la primera en despertar.

Pocos minutos después, Phillip también se despertó, luchando contra la pereza.

La sorpresa lo embargó al ver a Amber, quien extrañamente parecía distante, preparándose apresuradamente para salir.

Un simple "Buenos días" por parte de Phillip bastó para que ella explicara sus planes del día.

— Mafer me invitó a ir al centro comercial. — Su tono dejaba entrever su molestia. — Pasaré todo el día con ella, así que no esperes que regrese para comer. —

Esas palabras bastaron para que el chileno simplemente asintiera con la cabeza.

Minutos después, observó cómo la joven se alejaba sin pronunciar un "Adiós", dejándolo solo en su nuevo hogar.

¡🌿!

Apenas había transcurrido una hora desde que la joven se despidió. Phillip, aún venciendo la pereza, se sumergía en la tarea de desempacar en su nuevo hogar.

Sin embargo, aquel joven de cabello castaño y mirada introspectiva, tenía dentro pensamientos que eran un torbellino de emociones.

La culpa por lo sucedido con su "amada Amber" se mezclaba con la certeza de que su corazón latía por alguien más: un chico de ojos centelleantes y sonrisa que destilaba encanto.

Solo imaginar la imagen de aquel muchacho bastaba para curvar sus labios en una sonrisa inconsciente.

Sin embargo, los pensamientos intrusivos persisten, atándolo en una telaraña mental que solo se rompería con una disculpa digna para Amber, cuando ella regresara.

Como si el destino hubiera tejido un hilo de anticipación en el aire, un golpe en la puerta hizo eco en su hogar.

Un instante de esperanza fugaz lo hizo creer que Amber había regresado.

Con celeridad, se abalanzó hacia la puerta, ensayando mentalmente su disculpa improvisada por última vez.

Al abrir la puerta, su sorpresa se reveló en sus ojos; Un majestuoso ramo de flores se alzaba con elegancia, sus colores mayormente en naranja o amarillo y formas orquestando una sinfonía visual.

Pétalos suaves y delicados entrelazados en una danza armoniosa creaban un mosaico de belleza natural.

Detrás de este regalo floral se ocultaba un joven nervioso, sus manos temblorosas enmarcaban una sonrisa ansiosa.

— Quería entregarte esto... — Missa habló tímidamente, desviando su mirada en un gesto de nerviosismo.

Phillip, aún asombrado, aceptó el ramo con timidez.

— Son realmente hermosas, pero... ¿Por qué me das flores? — Inquisitivo, no podía evitar un atisbo de confusión.

Después de todo, sabía que en la mayoría de los casos, los hombres solo recibían flores una vez en su vida: en su funeral.

— Quería verte sonreír. Pensé que te gustarían. Son igual de naranjas que tú. — Bromeó mientras le regalaba una una sonrisa tierna.

— No sé qué decir. Nunca nadie me había regalado flores. — Phillip confesó.

Aunque creo que olvidaba la primera vez que Missa le regaló una pequeña rosa blanca.

— No hace falta que digas nada. Me alegra que te hayan gustado. — Missa respondió con calidez.

ʟᴏᴠᴇʀs |ᴍʀ.ᴘʜɪssᴀ|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora