4. Gris claro

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Azirafel había llegado rápidamente a la cafetería de Nina, había tomado el camino largo por las escaleras desde el cielo en lugar de ascensor. No sabía cuánto tiempo había pasado desde la última vez que estuvo en la tierra, el transcurrir del tiempo en el cielo era muy diferente al de la tierra. Caminaba apresurado por la calle con un libro entre sus brazos.

Había cometido un error, un error enorme. Quizás estaba haciendo lo incorrecto, pero era la única forma en la que podía hacer lo que él consideraba era correcto. Al cielo no le interesaba, simplemente querían que se librará una guerra contra los demonios, simplemente les importaba terminar con la tierra con un espectáculos de fuegos pirotécnicos nucleares, no había otra forma de detener el nuevo fin de los tiempos.

Primero lo primero: tenía que encontrar a Crowley, rogar que lo perdonara si era necesario, explicarle el plan que tenía el cielo para terminar con el mundo... y después ya veía como encontrar a Cristo en la tierra... donde sea que se encuentre. Bien podría encontrarse perdido en Nueva York comiendo hot dogs o medio del mar pescando.

Tuvo suerte de encontrar a Crowley en la cafetería de Nina, no sabía tampoco si podría encontrar a Crowley fácilmente. Pero ahí estaba, sentado en una de las mesas del café tomando chocolate caliente y leyendo Orgullo y Prejuicio, pensó que nunca antes había visto a Crowley leyendo uno de sus libros, también se dio cuenta del cambio de look que había tenido, Crowley solía cambiar de estilo cada cierta cantidad de tiempo, llevaba el cabello corto desde poco más de unos cuatro años, lo había visto con el cabello largo antes varias veces, siempre había pensado que le quedaba muy bien.

No pudo evitar sonreír un poco... lamentablemente, quizás no tenía mucho tiempo.

- Crowley... necesito que me ayudes.

La frase había salido de su boca sin que se diera cuenta. Había planeado las palabras que iba a decirle desde que tomo el Libro de la Vida de Metatron, la última vez que se vieron había terminado realmente mal, debía pedir perdón a Crowley, decirle que estaba equivocado, decirle que...

"Te perdono".

¿Qué? ¿Qué cosa iba a decir además de todo eso? Lo último que le dijo después de lo que Crowley había intentado hacer había sido realmente imperdonable, no le sorprendería que el demonio no quisiera volver a verlo en lo que queda de tiempo en el mundo. A pesar de todo ¿realmente sería capaz de salvar a Crowley si el mundo era destruido? Lo ángeles planeaban acabar con todos los demonios, no importaba si Crowley ya no trabajaba para el infierno, seguía siendo un demonio.

- Crowley... yo...

- ¿En serio eso es lo primero que dices cuando regresas, Azirafel? – ser llamado por su nombre en lugar de "ángel" lo sorprendió un poco, no podía ver sus ojos, pero sabía que Crowley estaba realmente molesto en ese momento – han sido seis meses, Azirafel, SEIS MALDITOS MESES desde que te fuiste... ¿realmente crees que voy a ayudarte ahora? ¿Qué voy a ayudarte después de simplemente irte con ellos?

- Crowley... yo... ¡Me equivoqué! ¿Está bien? Estabas en lo correcto, me equivoqué. Pero aún no es tarde, aún podemos...

- No, Azirafel, no voy a salvarte solo porque ahora vienes a pedir perdón y decir que necesitas mi ayuda, no de nuevo.

- ¡Me equivoque! – repitió – tenías razón... el... ellos... tenías razón, no hay nada que pueda hacer para cambiarlo... no puedo hacerlo solo, nunca pude... realmente te necesito. No hay... ¿no hay nada que pueda hacer para que me perdones?

Crowley miró a su alrededor. Como si se diera cuenta por primera vez en toda la conversación que aún seguían en el café de Nina y habían llamado la atención de todo el mundo. No estaba tan lleno, solo los clientes más frecuentes y uno que otro de los vendedores de la calle, entre ellos Muriel tomando su acostumbrado té de menta, Maggie y la loca humana de la tienda de té que había entrado poco después de la llegada de Azirafel.

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