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Mi nombre es Luz Noceda, tengo 25 años, talvez sea cliché pero tengo un empleo estable, vivo sola desde los 17, en ese tiempo era una adolescente con aires de grandeza que se metió en muchísimos problemas. No tengo amigos o pareja, visito a mi mamá cada semana pero casi siempre está muy cansada por su trabajo que se niega a dejar, yo siempre la intento ayudar si puedo realmente.
Como es costumbre durante mi trabajo leo un libro mientras recibo llamadas y agendo citas para el jefe. Sip, soy una secretaria en todo los sentidos para los demás, incluso el jefe lo piensa, pero yo lo considero más un pasatiempo porque siempre estoy leyendo un libro, las llamadas son raras para pedir citas de negocio, sobretodo son pedidos del jefe para su agenda, demasiada pero demasiada repetitiva diría. Literalmente sus días son "Papeleos, una cita cada dos días a la misma hora, almorzar, dar una charla de 5 minutos y irse a las tres" cada día es lo mismo.
Hoy como cualquier otro día me encontraba leyendo un libro en mi escritorio como siempre, pero el jefe se puso al frente de mi.

Luz -. Sucede algo jefe?.- (pregunte calmada mientras leía)

Jefe -. Ya tienes mi agenda de la semana?.- (pregunto cansado, y lo entiendo, papeleo "exagerado")

Luz -. Como siempre jefe, está en su escritorio. Hoy vendrá su esposa a las 12 para verlo, dice que es importante.- (dije mientras dejaba el libro y me estiraba)

Jefe -. Solo eso? Y que sucede con los pagos de los demás?.-

Luz -. El contador se encarga, y descuide, ya fueron entregados y el mismo contador lo organizo en un documento con las ganancias de la semana. Esta en su oficina también.-

El se fue como siempre, esto era mi día a día, sinceramente es tranquilo pero aveces falta mucha emoción, han pasado varios años desde la última aventura alocada. Mis vacaciones se acercan y posiblemente busque salir de la ciudad para divertirme un poco. Llegó la hora en la que terminaba mi turno y le dejaba lo poco que quedaba al contador que siempre está entretenido con su computadora.
Al llegar a casa me quite mi chaqueta y mis zapatos, los dejé atrás de la puerta como mala costumbre que tengo. Al cerrar la puerta escuché como algo o alguien estaba en mi cocina comiendo mis preciadas galletas crujientes. Rápidamente corrí hacia la cocina y vi como un pequeño animal estaba con el paquete que olvide anoche. El me miró fijamente unos segundos, ahí fue cuando me di cuenta que solo tenía un ojo bastante grande además que parecía brillar, apenas y pude reaccionar cuando una puerta apareció a un lado del animal.
Parecía que me veía con diversión, quería estar en shock pero nada, vivir en las islas hirvientes por un año y ver toda una ciudad con extrañas criaturas me hizo dejar de sorprenderme pero lo pensé unos momentos hasta que me di cuenta que era un portal a una habitación muy desordenada y quemada.

Luz -. Quieres que entre?.- (por extraño que parecía el animal asintió mientras saltaba hasta la caja de galletas) -. (....) Que eres?.- (pregunte intrigada mientras le daba una galleta)

-. Una puerta.... Quieres negociar?.- (Escuché en mi cabeza, sorprendida vi a mi alrededor mientras buscaba quien hablo) -. Je, no te sorprendas, te vigile un año entero... Quieres negociar?.-

Luz -. Que cosa?.- (ahí fue que me di cuenta que era el animal, eso nunca me lo espere)

-. Una puerta que cambia al mundo... Solo pido saciar mi hambre. Si me convences, un extra tendrás.- (no se a que se refiere con cambiar al mundo pero me parecía interesante)

Luz -. Quieres galletas crujientes y café?.- (dije sosteniendo la caja)

-. Con gusto.- (respondió con una sonrisa extraña)

Durante casi 20 minutos comió todas las galletas que tenía como reserva, y se bebió 5 tasas de café. Me sorprendía ver como un pequeño animal se comió 6 cajas enteras y bastante café. El solo eructo satisfecho mientras me miraba con una sonrisa.

Recuerdos Malos, Memorias MaravillosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora