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En aquel hermoso lugar solo se escuchaba el sonido del mar, tal vez el canto de algún ave o el sonido del viento.
Todo era tan pacífico, pero a pesar de la tranquilidad del lugar eso no era lo que realmente le daba paz al rubio, más bien era la chica sentada a su lado.
Ella era un poco callada, parecía delicada como una flor, casi idéntica a una muñeca de porcelana... la chica era perfecta o almenos ante los ojos de Eugene.
Se conocían desde hace poco menos de un año, más específicamente se conocieron al momento en que el rubio llegó al campamento seguro lleno de heridas y mugriento, ella había sido la encargada de curar sus heridas.
Y desde ese día el chico quedó encantado, amaba su silencio, su sonrisa, la manera en la que sus ojos se iluminaban cada que veía las estrellas o el atardecer, el toque de inocencia que se reflejaba en cada cosa que hacía.
El campamento seguro quedaba cerca de la playa, por lo que la chica cada que se sentía cansada o simplemente cuando quisiera estar sola venia a la playa y eso lo sabía el rubio, por eso cada que él no la veía por ningún lado iba hasta ese lugar y ahí la encontraba, sentada sobre la arena mientras miraba el mar en silencio, su cabello moviéndose libremente con el viento y el sol reflejándose en su piel haciéndola lucir angelical.
A pesar de que no se conocían desde hace mucho tiempo habían desarrollado una amistad muy bonita, ambos compartían mucho tiempo juntos a tal punto que muchas personas pensaban que eran pareja.
El le había contado todo lo que había sucedido antes de que llegara al refugio, le contó sobre sus amigos y las cosas tan horribles que había vivido en esa escuela; ella le había contado a él que su padre era uno de los altos mandos en ese refugio, pero a pesar de eso ella había sufrido mucho como todos en ese lugar, además que la chica casi nunca veía a su padre y por ser algo timida no había podido hacer amigos con nadie del refugio, por lo que casi siempre estaba sola... hasta la llegada de Eugene.
-¿En que piensas?- la chica a su lado lo veía curiosa y con una pequeña sonrisa en sus labios.
Eugene la miro detallando cada facción de su rostro, tenía muchas pecas adornando su nariz y mejillas las cuales estaban ligeramente rojas por el frío que hacía en el lugar, también se dio cuenta de que uno de sus ojos era ligeramente más claro que el otro, un detalle casi imperceptible pero que el había notado sin mucho esfuerzo.
La chica movió su mano frente al rostro del más alto, quien parecía estar en otro mundo y con una sonrisa boba en sus labios y al darse cuenta de eso tocio falsamente y miro la playa.