cacería

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El aleteo desesperado de las aves me despiertan de golpe, aún estoy tendida en el suelo del sótano, intento moverme y un rayo de dolor recorre mi cuerpo desde mi mejilla cubierta de sangre reseca, hasta mis costillas lastimadas por el duro suelo de piedra irregular del sótano, intento levantarme pero mi cuerpo está cansado y pesado, el ritual ha drenado todas mis energías, luchar para controlas las sombras que fluyen a través de mi ha drenado una parte de mi... pero ese es el sacrificio que tenía que hacer, porque la única manera en la que hago las cosas, es a la mía, y es lo más perfectas que pueden ser, de las pocas cosas que no me gustan de la vida es perder. Un poco de sangre aquí, un poco de muerte allá, aunque aveces no sean muertes físicas, y una parte de mi alma siempre, me siento en el suelo frio y todo da vueltas por unos instantes tornándose negro, sostengo mi cabeza hasta que siento que deja de girar, y pienso en lo que ha sucedido la noche anterior, me levanto y subo las escaleras sin parar hasta la segunda planta, tomo una ducha y me alisto para salir, debo hablar con Arnold antes de que arruine todo, no sé de dónde habían salido esas personas o porque las había puesto en la lista, pero definitivamente tenía que obedecer, y a Grinder, había que sacarlo, sino seria el quien nos sacaría a nosotros del juego, y eso no me lo podría permitir, solo los muertos saben porque, y estoy segura de que yo lo sabre en algún momento también y cuando lo sepa, será el momento adecuado para ir tras el, pero por ahora... necesidad sobre placer. me curo la herida en el rostro y justo cuando estoy dispuesta a salir de casa me topo de frente con Muriel en el umbral de mi puerta... "¿será?"... nos miramos unos instantes, y puedo detallar su rostro casi perfecto, de no ser por el labio partido y las sombras oscuras debajo de sus ojos color miel, casi puedo sentir bondad en ellos detrás de sus pestañas largas de putilla barata. Nos quedamos en silencio el tiempo suficiente para que una especie de excitación dance dentro de mí y zumbe en mi pecho como una abeja... me emociona lo dañada, pero no suficientemente rota, que esta, ella representa la medida perfecta de los sentimientos de los que me encanta llenar a las personas.

- ¿si? – le digo sin dejar de mirar su rostro pálido zanjado de pecas y su cabello ondulado.

- Lo siento, anoche... dijiste que...-

- Se lo que dije, pero ahora voy de salida. – digo mientras me volteo a regañadientes para pasar el cerrojo a la puerta. - ¿ha sido el peor día de tu vida? – grito mientras voy bajando la pequeña escalera de la entrada. -

- ¿Qué? - ella me mira confundida, y yo le regreso la mirada de nuevo... esperando su respuesta y no para mi sorpresa ella responde, y el zumbido crece, casi es mía, tal vez solo le falte un pequeño empujó - no- yo sonrió con los labios, y el dolor de la herida pinza mu rostro.

- ¿Qué te ha sucedido? -

- Lo siento, voy de salida. -

- ¿a que te refieres con el peor día de mi vida?.- pregunta mientras me sigue camino a mi auto aparcado en la esquina de casa.

- Te contare más tarde. - y me subo al coche, mientras la miro por el retrovisor subir a la acera y verme partir.

Su nombre había sido pronunciado, por los labios de demasiadas personas, incluyendo a las que les debía un favor, era una deuda que tenía que saldar, e incluso aunque decidiera obedecer y dejarle em paz, ya era demasiado tarde, ya mis labios también han pronunciado su nombre, mi ser y mi sombra trabajan en ella y mi cuerpo siente cada fibra de su ser, y eso, jamás era ni será una buena señal para quienes no fuesen yo.

Al llegar a crimesome mi mente cambia de dirección y divago de un lado a otro intentando encontrar a Arnold, no esta en su casa, nunca estaba ahí, tampoco en ninguno de los cafés universitarios de la zona... "¿ donde estas?" Susurro con los ojos cerrados mientras el semáforo cambia de color, "Arnold Tate, ¿Dónde te escondes?", me concentro en ese único pensamiento dejando que el ronroneo del coche me arrulle, y disperso todo el ruido de fuera mientras me hago la misma pregunta en susurro una y otra vez, hasta que como por arte de magia, la respuesta llega a mí, y abro los ojos de golpe para descubrir los autos tocar la bocina y adelantarme con insultos y bocinazos... giro a la derecha a penas puedo y me encamino a los gimnasios cubiertos.

EXPEDIENTE 0234Donde viven las historias. Descúbrelo ahora