Capítulo 2: El norte.

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La tormenta de nieve golpeaba las pequeñas ventanas de ese almacén, cubriendo el sonido de los golpes y quejidos de la persona atrapada ahí, con muchos osos polares rodeándolo

Aunque solo uno miraba el horizonte, escribiendo algunas palabras en su libreta

-"Me pregunto qué fue lo que vio el hijo de los Orac de nuestra señorita"-El oso seguía escribiendo soltando la oración al aire.

-"Yo creo que vio su belleza, será una mujer seria pero nadie negara su belleza"-Uno de los osos le respondió, golpeando más fuerte al hombre que tenían atrapado, los otros osos asintieron dándole la razón.

-"Crees eso, se me hace algo insignificante para el hijo de una de las familias más influenciables del mundo del océano y el centro de la ciudad"-Rakusa borraba algunas palabras de su libreta, frunció el ceño, disgustado por lo que estaba escribiendo.

-"Talvez ya la conocía, y ese fue su mejor momento de confesar su amor"- le respondió otro de los osos, hundiendo la cabeza del hombre en el agua, Rakusa movía su cabeza de un lado al otro, pensando, no se le hacía lógico, tenía más sentido lo primero que lo segundo.

-"Si fuera así, talvez lo hubiera hecho antes o simplemente no lo hubiera hecho"-puso el lápiz en la parte baja de sus labios, pensando, miro hacia donde estaban sus compañeros, el hombre que tenían en frente no lo dejaba pensar, sus quejidos eran demasiados para sus oídos, además de que le disgustaba mucho ver como lo trataban sus compañeros.

Podía ser de este bajo mundo, pero jamás podría tratar a una persona así, pero como su señorita le pidió que lo pusieran en su lugar, no podía negarse a obedecer, al menos se sentía mejor al saber que no tenía que lastimarlo.

-"Ya sé, la señorita Angy los presento"-Los ojos de Rakusa se dirigieron hacia el techo, eso tenía más sentido que todo lo demás, ¿Pero desde cuando los presento?, ¿habrá sido en ese momento, cuando atacaron el local de Oso malo o será en otro lugar?, tantas dudas...

-"Lo siento....lo....confesare....pero...paren...por favor..."-El hombre que tenía la cara cubierta por una bolsa, suplico por su vida, Rakusa lo miro y se le acercó, sus compañeros se alejaron de él.

-"Muy bien... ¿Quién te mando?"-Miro al pobre hombre en el suelo, que intentaba dar algunas palabras, pero por el dolor no podía decir nada-"Vamos hombre.....si dices algo, no sufrirás más, podrás sanar tus heridas"-Lo consoló Rakusa sujetando su cabeza, acariciándolo con toda la amabilidad posible, el hombre lloraba en el suelo.

-"Fu...Fue.....el Señor Grillad....fue el....que me...lo dijo.....por favor....déjenm....déjenme...ir.... "-Lloro con más fuerza el hombre, Rakusa sonrió, y palmo su cabeza, alejándose de él.

-"Como me gustaría ayudarte...."-Camino hasta la gran puerta de acero-"Pero mi señorita fue muy específica con su orden"-Lo último que vio fue como los otros osos se acercaban a él, las auras de todos ellos, eran amenazantes, la palabra lealtad, la tenían tatuada en su alma, ellos seguían a su señorita sin chistear, y el que le diera la espalda, serian asesinados.

Salió, sintiendo el aire frio, escuchando muy levemente los gritos de agonía del hombre.

Camino hasta uno de los autos, subiendo y encendiéndolo, para poner una música relajante, sonrió mirando su libreta, viendo todas las notas que había escrito en ellas.

-"Idate Orac......esto podría ser divertido"-Tomo el volante alejándose de ese lugar, para ir a buscar a su señorita, que la estaría esperando en casa, para llevar a la pequeña Mafuyu a la escuela y a ella a su nuevo trabajo.

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Osa malaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora