Entonces brotó de los entresijos de la madera, de las rendijas por donde solía colarse el aire, una presencia que Perus no vio, pero presintió como ráfagas que lo envolvían en una telaraña.
La voz de Brunela era dulce y también afilada como el aire del mar que rasga la piel con la sal.
"En donde yo esté, estarás conmigo, mi querido Perus", le dijo, "tú entre todos los que viven en este mundo eres quien se queda despierto y se resiste a mí, y se dirige a mí también en el silencio y la evocación de la lectura. Yo inventé el silencio que permite los libros, amado Perus, y ahora puedes contemplarme, a mí, Brunela, la que tejió todo lo invisible, la que inventó el espacio blanco entre el enigma y su solución. ¿No es por eso por lo que los humanos se pierden en la contemplación de las palabras de los muertos? ¿No es por eso por lo que descienden al lugar oscuro de las ideas? ¿No es el deseo más profundo de sus corazones alcanzar el sueño absoluto en donde ya no es necesaria ninguna palabra?"
Perus no pudo ocultar su terror ante la presencia de la diosa. La amaba, por supuesto, porque cualquier ser vivo se inclina hacia el abismo de la creación cuando se le presenta, pero no podía entender lo que sentía ni podía transitar ese camino hacia la diosa, que era otro ser, sencillamente, pero también era infinito e incomprensible.
El anciano buscó en el fondo de su voluntad y respondió: "Iré si me lo ordenas, pero no puedo entender mi vida sin el misterio de los libros. Si me arrebatas eso, entonces moriré antes de mi tiempo y ninguna diosa puede evitar el reino de la muerte y el silencio".
Brunela se agitó en ese espacio limitado que hora la contenía. Cama, vela, libro y ventana, fijos en el tiempo, inmóviles entre lo inmóvil, vibraron bajo la mano furiosa de Brunela.
"Si vienes conmigo, los ojos de tu mente no podrán ver nada más que a mí y no morirás. Pero si decides quedarte..."
"¿Me matarás, diosa justísima de lo inasible? ¿Me matarás?"
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Brunela y Perus
Fantasi¿Qué ocurriría si la diosa del aire y de lo invisible se enamora de un anciano lector? Ambos personajes se buscan desesperadamente entre tierras que se mueven, cielos que se convierten en marea y un lugar que permanece fijo para siempre. Una vieja l...