𝟐𝟖

360 46 0
                                    

ʚ♡ɞ

Me muerdo el labio inferior y miro el perfil de Doyoung, quien sólo esperaba que diga o haga algo.

—¿Sabes? —me habla sin mirarme—. Puedo quedarme en casa de Taeyeon o Luca...

—Cállate —todo el frío se va y sólo quiero golpear algo, siento asco—. Sube al auto, tengo que hablar contigo.

Saco mis llaves de camino al auto, escuchando las suaves pisadas de Doyoung detrás de mío. Dentro prendo el aire acondicionado hasta que el aire es tibio y acogedor. Luego arranco y veo como Doyoung se acurruca en el asiento del copiloto.

—No te duermas, es un viaje corto —digo dando la vuelta a la esquina.

Pero cuando miro a mi derecha, veo a Doyoung con la cabeza recargada en el vidrio, con los ojos cerrados y la boca entreabierta.

—¿Es en serio? —pregunto molesto, aunque sé que no me responderá.

Durante esos quince minutos lo único que escucho es su leve respiración y el agua salpicando cuando paso por algún charco. Llega a ser más relajante y aunque no me agrade, me siento menos solo.

Tal vez tenía que adoptar una mascota.

—No, no, no... —desde lejos puedo ver la larga cabellera de Chaehyun.

No detengo el auto y para cuando quiero retroceder, ella me ve, así que sólo avanzo, sintiendo mi piel achinarse cada vez más.

Estaciono el auto, miro a Doyoung dormir y luego a Chaehyun que está en la puerta esperando que salga. Tomo la sudadera negra que tengo en los asientos traseros y la pongo sobre los brazos y pecho de Doyoung, pero este se remueve un poco y la sudadera cae a sus piernas.

—Como sea —mascullo y salgo del auto sin volver a cubrirlo.

Cierro las puertas con el botón de las llaves y me rasco la nuca mientras camino a la puerta principal.

—¿Qué...? ¿Por qué? —no sé cómo empezar así que sólo comienzan a salir tartamudeos y palabras estúpidas de mi boca.

—Hablé con Taeyong y Youngoh el otro día —contengo mis ganas de poner los ojos en blanco—. ¿Crees que podamos hablar?

—Chaehyun... —me tallo la cara con frustración y niego con la cabeza—. No, ya no... no hay nada de qué hablar, ¿Bien? Todo eso, tú... lo que fue de mí antes de irme ya no existe. Volví aquí porque es mi hogar, aquí están mis amigos y mi familia.

—Me dijiste que yo era tu familia.

—Eras, bien dicho —lo dije, no lo pensé y ahora quiero golpearme a mí mismo.

En cuanto sus ojos se cristalizan siento el impulso de abrazarla y protegerla, pero sólo pongo mis manos en mi cadera y miro al suelo.

—Lo dije sin pensar, no quise... —digo y sé que mis ojos están rojos.

—Sé que...

—Basta, Chae. Ya, por favor —ruego, cubriéndome la cara con las manos—. Deja esto, sólo nos torturas, ¿Crees que yo no te amé? ¿Que no lo hago ahora? Chaehyun, lo hago. Pero no puedo...

—No, Jaehyun —me corta—. Si me hubieras querido no te hubieras ido. Y si me quisieras no me dirías cosas así... no eres el mismo chico que conoci en mi cumpleaños.

—No, por supuesto que no los soy, Chaehyun. Sólo tenía dieciocho, ya maduré, ya sé que quiero para mi futuro, ¡Tú misma lo sabías desde que te conocí! —le grito, pero no me siento mal por ello—. Aún quiero ese futuro, ¿Bien? ¿Podrías respetar el que tú no estés en él? —instantáneamente recibo lo que esperaba.

Pude haber evitado la bofetada, pero ambos la necesitamos. Ella para sacar su dolor y yo porque simplemente sé que soy una mierda.

Mi mejilla arde, pero olvido el dolor físico cuando la veo llorar. Mi pecho duele y sé que no es la única llorando. Me acerco un poco, pero ella se aleja, negando con la cabeza y limpiándose las lágrimas.

—No te mentiré, Jaehyun. Volví y volveré porque quiero estar contigo. Tae había dicho que podíamos... —toma aire entre sollozos—. Sabía, sé que no es verdad. Pero aún quería tenerte. Antes de ser novios fuimos los mejores amigos, inseparables. Nos cuidamos mutuamente. Y-Y... quería traer eso de vuelta, pero ahora sólo parece que mi simple existencia hace imposible la tuya...

La beso.

No fue un impulso, más bien una necesidad. La extrañaba, la quería. Pero cuando la beso y sus suaves labios de mueven contra los míos no siento nada. Ya no siento lo de antes, sólo siento un contacto físico. Mi pecho se siente vacío y una sensación de paranoia se aferra a mi espalda mientras me separo.

Tomo su rostro entre mis manos y acaricio sus mejillas mientras niego y mis mejillas se humedecen.

—Siempre tenía que callarte así —ambos reímos levemente.

—Perdón —se disculpa casi inaudible y me abraza—. Nos vemos luego.

Baja las escaleras de la entrada y trota a la calle.

Corro detrás de ella, pero me detengo antes de salir de mi patio. Incluso si la alcanzará no sabría qué decir, qué hacer. Sólo cometería otra estupidez y he hecho suficiente desde que volví.

𝐉𝐀𝐄𝐃𝐎 -𝐆𝐘𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora