𝟏𝟓

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ʚ♡ɞ

Comienzo a sudar ligeramente aunque mi cuerpo se sienta fresco. Las rodillas de Doyoung caen sobre mis pies evitando que pueda moverme mucho, al menos lo suficiente como para que el director sospeche cualquier cosa.

—¿De qué quiere hablar? —pregunto, bajando ambas manos debajo del escritorio y jalando a Doyoung del cabello.

Escucho como inhala aire por el dolor para no hacer ruido y sus manos agarran la mía, casi no tengo espacio para moverme. Subo la otra mano pasándola por mi cabeza como si estuviera relajado, pero el peso de Doyoung en mis pies me está lastimando un poco.

—Quería hablar sobre los uniformes.

—Oh... —digo poniéndole un poco de atención.

—¿Algún problema?

—No, no —niego e intento patear a Doyoung cuando bajo la mirada y este me mira con una sonrisa.

Mis manos comienzan a sudar y temblar ligeramente. Hace cualquier cosa y terminará en el hospital.

—¿Ya tiene a los doce elegidos?

—Tengo algunos en mente, ¿Por qué?

Agarro las manos de Doyoung que comienzan a subir por mis muslos. Aprieto mis dientes y agarro sus muñecas con fuerza para que no se mueva. No puedo verlo a menos que me vuelva a hacer para atrás, pero tendría que soltar sus muñecas y no quiero que siga con ese juego estúpido.

—Necesito que para el fin de esta semana me de los nombres para mandarlos a imprimir.

—¿De esta semana? —digo sorprendido.

Doyoung forcejea conmigo debajo del escritorio y es que le estoy apretando tanto las muñecas que incluso a mí me duele la fuerza que pongo en ello.

—Es muy poco tiempo —digo aún forcejeando, intentando no hacer mucho movimiento.

—Joder... —susurro inclinándome hacia enfrente.

—¿Se encuentra bien, señor Jung? —pregunta al ver que cierro los ojos con fuerza.

La rabia invade mi cuerpo cuando siento el aliento caliente de Doyoung atravesar la toalla y llegar hasta mi miembro. La boca de Doyoung está tan cerca que suelto sus manos para tomar su cuello y empujarlo cuando pasa su lengua sobre la tela de la toalla y su saliva humedece ligeramente mi miembro.

—Señor Jung...

—M-Me siento algo mal —digo, sintiendo las manos de Doyoung deshacer el nudo de la toalla.

Intento detenerlo moviendo la pierna y empujando su brazo, pero junto con su brazo cae la toalla, del lado contrario a la puerta.

—¿Necesita algo? —se levanta algo alarmado.

—Iré a su oficina en unos minutos, si no le molesta —le digo intentando ocultar toda la rabia apretando los dientes.

La mano de Doyoung sube y lo detengo con la mía, soltando su cuello y cometiendo un error.

—No es necesario —dice y se para con postura recta—. ¿Está seguro? No tomaré más de diez minutos de su tiempo.

Con todo descaro mete su mano izquierda entre mis piernas y toma mi miembro.

—¡Ah! —jadeo y aprieto el agarre en su cuello, enterrándole las uñas.

—Señor Jung...

—Director, creo que voy a vomitar —hablo en serio.

—Iré por la enfermera —dice algo alarmado.

Meto mis piernas más adentro del escritorio cuando el director pasa de lado y abre la puerta para salir. Cierra la puerta y comienzo a sentir algo húmedo recorrer mi extensión. Empujo la silla hacia atrás con mis brazos, pero no me muevo mucho ya que Doyoung la detiene con sus manos.

Volteo abajo y lo encuentro metiendo mi punta en su boca, haciéndome sentir un asco repudiable mezclado con exitación, después de todo soy un humano y mi cuerpo reaccionaba a acciones así, pero el asco y odio me dominaba más entonces.

Tomo a Doyoung de su sudadera, haciendo que se levante, para observarle la cara la cual trae una sonrisa ladina.

—¿Dejará a Taeyeon en el equipo, profesor...?

No termina de hablar cuando ya está de nuevo en el piso, esta vez, completamente acostado ya que no detuvo el puñetazo directo a su mandíbula.

—Hijo de perra —mascullo, e ignorando que no traigo nada puesto lo agarro de el cuello y lo tiro contra el sofá dejando que su cuerpo resbale de este.

—¡Profesor! —ruega, protegiéndose la cara inútilmente.

Me acerco hacia el con la furia palpitando en mis venas.

—¡Señor Jung! —se escucha por el pasillo la voz del viejo.

Tomo a Doyoung de el cuello de su poleron nuevamente y casi cargándolo lo llevo hasta el baño. Cierra la puerta detrás de nosotros y yo tomo unos bóxer para vestirme rápido, en todo momento escuchando los sollozos del menor.

—Haces algún ruido y te juro que no sales de aquí con vida —amenazo mientras termino de ponerme unos jeans negros y salgo por la puerta del baño—. Lo siento, director. Creo que comí algo malo, pero me siento mejor. Si no le importa, me gustaría descansar un poco.

Tengo un estudiante que matar a solas.

—D-De acuerdo —tartamudea pidiéndole disculpas con la mirada a la enfermera—. Los nombres de los elegidos para el equipo en mi escritorio el viernes, sin discusión —dice.

Y salió, dejándome con más furia y un niñato demente en el baño.

𝐉𝐀𝐄𝐃𝐎 -𝐆𝐘𝐌Donde viven las historias. Descúbrelo ahora