...5

2 0 0
                                    

In-cre-i-ble. Solo con esa palabra podía definir esto, y por esto me refería a toda la situación incómoda que se estaba dando en la cena, en casa de mi madre. Ella había insistido en que nos quedáramos a comer, incluso prometió hacer mi comida favorita. Adam aceptó inmediatamente... Mason también. Nos encontrábamos en el área en donde antes era el comedor, ahora, en su lugar, había una pequeña mesa de madera con una bola de cristal en el centro que aún conservaba su etiqueta de "Hecho en China" pegada en la base. Rodé los ojos y traté de no sudar ante la mirada de "por favor átame y lléname con jalea de fresa" que me lanzaba Mason. Había olvidado lo atractivo que podía verse en pantalones simples y en sus camisetas tipo polo. Él tenía estos ojos marrones enmarcados por largas y rizadas pestañas que combinaban con su cabello castaño. No era tan alto como Adam pero definitivamente tenía una belleza natural. -Tomé un nuevo curso en internet -habló mamá para rellenar el incómodo silencio que se extendía en la habitación, nadie hablaba, pero a la vez todos decíamos algo con la mirada-. Oficialmente estoy capacitada para preparar el elixir del amor. Ay no otra vez. Ella ya lo había intentado hace un par de meses atrás, haciendo que yo lo probara. La única sensación parecida al amor que percibí fue un malestar estomacal. Resultó ser un potente laxante que me mantuvo metida todo el día en el baño. Digamos que no fue una experiencia que querría volver a repetir. -Preparé un poco esta mañana. Quiero que sean los primeros en probarlo. -Con eso, ella salió corriendo hacia la cocina, dejándome sola con dos tipos que, por alguna extraña razón, querían matarse entre ellos. -Y cuéntame, Anna, ¿estás saliendo con alguien? -preguntó Mason. Vaya, fue directo al grano. Me llevé a la boca un poco del puré de papa de mi plato, y evité verlo a los ojos. Antes de poder responder, Adam ya estaba respondiendo por mí: -Ella ya está tomada, amigo. Mason amplió los ojos. -Entonces ustedes dos son... -nos señaló a Adam y a mí.
-¡No! -negué inmediatamente. -Anna sale con Chocoboy. Aparentemente le gustan envueltos en chocolate. Le di un pisotón por debajo de la mesa. A Marcus apenas y lo había conocido durante unos treinta minutos. Adam seguía insistiendo en molestarme con él y no entendía por qué. -No, no estoy saliendo con nadie -dije esta última frase mirando de soslayo hacia Adam. Vocalicé un cállate. -Oh, qué bien. Yo tampoco estoy viendo a alguien -habló Mason-. Me preguntaba si querrías salir conmigo este sábado... -Ella ya tiene ocupado ese día -dijo Adam tensando la mandíbula. Lo miré confundida. -En realidad... -Saldrá conmigo -me cortó él. Sus ojos verdes me perforaron con una advertencia-. Estaba a punto de decirte, conseguí boletos para ver a una banda en vivo, se llama Ósmosis. Estaba perpleja. Mi boca completamente abierta mientras trataba de entender a este ser tan complejo como lo era Adam. ¿Me estaba invitando a salir? Tuve que reprimir los aleteos de las condenadas mariposas que revoloteaban en mi estómago. Miré disimuladamente a Mason, su expresión era dura. -Ahh... ¿Va a ir también Marie? -pregunté. Inmediatamente el rostro de Adam se transformó, era como si le hubieran lanzado un balde de agua fría. Suspiró, y se hundió en su asiento. -Sí -dijo, sin mirarme a los ojos. Todas las mariposas que sentía en mi interior murieron. -¿Qué tal si nos acompañas? -hablé esta vez para Mason. No veía nada malo en invitarlo entonces. Él me dedicó una sonrisa brillante y vi cómo sus ojos estudiaban detalladamente mis labios. Las mariposas volvieron. -Aquí está -interrumpió mamá, entrando de nuevo en el pequeño cuarto, trayendo consigo tres vasos llenos con un líquido rosa-: Elixir del amor. Garantiza que la primer persona que veas después de beberlo se enamore perdidamente de ti. Obviamente no creía en ninguna de esas tonterías; mamá se volvió psíquica gracias a una página web y a un curso de cómo leer la mano en un día. Aún no entendía cómo es que conseguía clientes. Sus predicciones nunca eran acertadas... por lo menos no las mías (o las de papá). Me deshipnoticé de mis pensamientos al ver a Mason y a Adam coger rápidamente los vasos con la bebida rosada y sorberla de un solo trago. Me quedé esperando ansiosamente para verlos correr en dirección al baño, pero en su lugar parecían disfrutar del sabor. -Y tú, pastelito, ¿no quieres probar un poco? -Mamá sostuvo el vaso para mí. Negué con la cabeza.
-No quiero que resulte como la vez pasada -admití. -Oh, esa fue mi culpa, había leído mal la receta. Prueba este, me quedó mejor. -Sabe a ponche de frutas -dijo Adam relamiéndose la comisura de los labios. Me perdí en ese simple gesto. -¿Y cuándo sentirá la persona esos efectos para enamorarse de mí? -dijo Mason, viéndome fijamente. Aparté la mirada. -Mmm... El elixir hace efecto en diez minutos después de haberlo probado. -Más vale que no parpadees en mi dirección -amenazó Adam a Mason-. Si comienzo a delirar con que tienes lindo cabello te voy a colgar de tus calzoncillos. ¿Entiendes? -Lo mismo digo -respondió Mason de mal humor. Ambos se dieron la espalda como si fueran dos niños pequeños. Ufff... Hombres. Digo, niños. -No funciona así -intervino mi madre-, solo sirve cuando en verdad te interesa la otra persona, la que quieres que se enamore de ti. Obviamente ninguno de los dos se interesa mutuamente. Ninguno corre peligro. -Ni siquiera yo -balbuceé sin pensar. Cuando alcé la vista, tres pares de ojos estaban viéndome atentamente: mamá, Adam y Mason. ¿Por qué me miraban tanto? ¿Acaso dije algo malo? ¿Tenía apio entre los dientes? ¿Un barrito en la cara? -¿Qué? -¿No vas a probar mi elixir especial? -preguntó mamá de manera indignada. Los tres pares de ojos seguían comiéndome con la vista. -Te dije que esta vez utilicé una receta distinta, no tendrás que correr directo al baño -continuó hablando ella. -¡Mamá! No puedo creer que dijeras esto frente a alguien que no sea papá -la regañé. Miré en dirección hacia Adam, una sonrisa perezosa se dibujaba en su rostro. -¿Solo un poco? -acercó el vaso hacia mí-, necesito saber si quedó perfecto. Enojada tomé el vaso, derramando una parte del jugo en la mesa. Bebí un sorbo y antes de darme cuenta ya lo había acabado todo. De hecho no sabía tan mal. Por lo menos esta vez no sentía el toque de alquitrán que sentí la vez pasada. -Sabe bien -admití-, ¿contenta? Ella asintió con la cabeza. -Bien. Vuelvo en un rato. Ustedes chicos se quedan solos -dijo ella y salió en dirección a la cocina. -Anna, ¿podemos hablar? -preguntó inmediatamente Mason-, ¿a solas? Miré de reojo hacia Adam, él enarcó una de sus cejas. -No he terminado de comer -balbuceó llevándose un trozo de tomate a la boca-. Yo no me voy de aquí. -Bueno, los que nos vamos somos nosotros -le dije.
Comencé a levantarme de mi asiento pero una mano sujetó con fuerza la mía. Adam me regresó de nuevo a mi lugar. Mi trasero golpeó la silla haciendo un ruido sordo. -¿Qué...? -Anna tampoco ha terminado su comida -dijo simplemente, reteniendo mi mano para que no me moviera. -Ya no tengo hambre -murmuré-, ahora suéltame. Él levantó su tenedor y lo ensartó en un pedazo de carne, estaba ignorándome. -Es bueno que comas algo -habló para mí-. Si tienen que hablar no veo el motivo para no hacerlo aquí. Prometo cerrar los ojos cuando comiencen con las cursilerías y las escenas melosas de quiero-volver-contigo. Mis mejillas se pusieron rosadas. -Hablaremos afuera. -Intenté levantarme nuevamente. Adam puso resistencia. Lo apreté de la mano (algo que jamás había hecho), él alzó la vista y le supliqué con la mirada que me dejara ir. Esta vez cedió sin protestas. -¿Qué fue todo eso? -preguntó Mason una vez que logramos salir al patio trasero de la casa. -No tengo idea. Él es algo sobreprotector. -Si vuelve a tocarte de esa manera juro que le voy a partir los dientes. -Pues deberías estar tranquilo. Él ya tiene novia -aunque Marie no era técnicamente una novia. Era más bien... mmm. Mejor no pensar en eso. -Fue interesante volver a verte -dijo Mason después de haberse serenado, metió un mechón de pelo detrás de mi oreja-, espero que lo que sea que haya interferido entre nosotros no vuelva a repetirse. Te extrañé, Anna. Su cuerpo se acercó más al mío. Las jodidas mariposas hicieron acto de presencia en mi estómago, retorciéndolo a su gusto. -También fue bueno verte, Mason. No te lo dije antes pero quiero disculparme por la manera tan grosera en la que acabó todo entre nosotros. Sentí su cálida mano en mi mejilla. Alcé la vista y me encontré con esos bellos ojos marrones. ¿Por qué siquiera había terminado con él? Era atractivo... no como esos inalcanzables modelos rusos de ropa interior, pero sí atractivo como chico normal y accesible. -No necesitas disculparte -susurró él cerca de mi boca-. Respeto que necesitaras tu espacio. Ahora quiero recuperarte. Puso una de sus manos en mi cintura. Estábamos tan cerca que si quería besarme solo tenía que fruncir un poco los labios. -Mason, yo... es complicado justo ahora. -No sé qué es lo que pasa entre tú y ese sujeto de allá, pero no pienso rendirme tan fácilmente.
Necesitaba aclararle que nada sucedía con Adam, pero yo misma sabía que eso era estar engañándolo y engañándome a mí misma. En su lugar dejé que Mason me estrechara más a su cuerpo. No me dio tiempo de reaccionar cuando él inclinó la cabeza y unió sus labios con los míos. Fue un beso lento que reavivó viejas chispas de fuego que estaban apagadas. Esta vez él no estaba salivando en mi boca, era como si hubiera pasado practicando para llegar a este momento. Llevé mis manos a su cuello, inmediatamente sus labios buscaron los míos de forma ávida. Antes de poder llegar a profundizar las cosas, un fuerte ruido hizo que me apartara de Mason. Alguien había azotado fuertemente la puerta. Siguiendo hacia la fuente de ese ruido se encontraba Adam con una expresión estoica en el rostro. -Ups. Lamento interrumpir -dijo él sin demostrar una sola gota de remordimiento. Yo aún respiraba de manera entrecortada debido al beso. Le lancé una mirada asesina a Adam. -¿No tenías que irte? -escupió él hacia Mason-. Ya es de noche, es peligroso caminar solo y sin protección. ¿Qué rayos hacía? -Adam, no... -No te preocupes, Anna -me detuvo Mason- de todas formas ya tenía que marcharme. Te veré el sábado. Se despidió dándome un beso en la frente. Mientras caminaba hacia la salida chocó contra el hombro de Adam. -¿Qué te sucede? -grité cuando Mason se fue por completo-. ¿Por qué hiciste eso? -No me agrada él. Resoplé. -Pues a mí no me interesa lo que pienses de Mason, es a mí a quien tiene que gustar, no a ti. Empecé a caminar lejos de él pero ni siquiera pude dar un paso porque me sujetó rápidamente del brazo, girándome hacia él. -A ti más que a nadie te conviene saber lo que opino de ese tipo. ¿No se supone que es tu ex novio? Entonces deberías recordar el por qué lo dejaste. -Eso, Adam, no es de tu incumbencia. Intenté zafar mi brazo pero él no cedía. -Dime por qué lo dejaste -me exigió-, ¿te sigue gustando? Me rehusé a responderle. Evité todo contacto de sus ojos con los míos. -Anna, mírame. Agaché aun más la cabeza. ¿Por qué me ponía tan nerviosa? -Anna... -sus largos dedos presionaron mi brazo-. ¿Piensas volver con él? -¿Por qué quieres saberlo? -Continuaba sin mirarlo a los ojos.

El agarre hacia mi brazo se detuvo, en su lugar él me tomó de la barbilla. Mis ojos finalmente se encontraron con los suyos. -No quiero que salgas con él. -¿Celoso? -bromeé. Lo vi abrir la boca para responder pero antes de llegar a decir cualquier cosa, su celular comenzó a reproducir la canción de Toxic de Britney Spears. Baby can't you see I'm calling A guy like you should wear a warning It's dangerous I'm falling Los dos nos congelamos en donde estábamos; Marie le había puesto esa canción como identificador para cuando ella lo llamara. Eso significaba que Marie lo estaba llamando justo ahora. Grandioso. Vi la lucha interna que tuvo Adam en si debía responder o no. Le facilité esa decisión alejándome de su agarre. -Contéstale a Marie, sabes lo mucho que se enoja cuando la ignoras -dije antes de correr en dirección al interior de la casa. Lo escuché hablar minutos después. Quedó en verse con Marie esa misma noche. Solo podía decir que tenía dos cosas claras desde ahora: 1) El elixir del amor que preparó mamá no servía: miré a Adam a los ojos por más de diez minutos y obviamente él no se enamoró de mí. 2) Yo no podía tener nada con él. Ni en mis sueños más alocados. Era demasiado complicado llegar a gustarle a una persona así. Además de que resultaría doloroso enamorarse de Adam Walker: él ya estaba en una relación complicada, y precisamente esa relación era con mi prima. -Te quiero ver el sábado -escuché que le susurraba a Marie. Suspiré. Oh, sí. El sábado será un día sensacional para una cita doble. Él con Marie, y yo con Mason. ¡Yupi!

...pDonde viven las historias. Descúbrelo ahora