Muerte...
Es curiosa la manera en que el corazón se marchita, se pudre, con cada palabra, con cada adjetivo.
Las palabras tienen un gran poder si las repites a diario, y las que he escuchado duelen, porque han quedado marcadas sobre mi piel tras los azotes de un látigo, marcadas, en cicatrices que aún no sanan. Las veo a diario.
He tratado de buscar, y solo veo desesperanza. Ya estoy cansada.
Siento que solo la muerte me dará el alivio que necesito.
Ya no puedo más, de verdad que lo intento, pero ya no quiero vivir.