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Domingo nueve de diciembre de 2018.
Valentin
Movía mi pierna con desesperación mientras esperaba mi turno en la final. La ansiedad y los nervios se mezclaban en un torbellino de emociones dentro de mí. Había estado concentrado en la competencia, en cada rima y en cada enfrentamiento, pero una parte de mí no podía evitar pensar en Selene.
Las semanas habían pasado y no había tenido noticias de que Selene estuviera presente en el evento. Cada vez que subía al escenario, una parte de mí buscaba su rostro entre el público, pero no la veía. Esa ausencia se había convertido en un peso en mi pecho, una preocupación constante que me acompañaba incluso en el momento más importante de mi carrera hasta ahora.
Desde que ella me compartió sus planes de partida, algo había cambiado en nuestra dinámica. En lugar de vernos tan seguido como antes, nuestros encuentros se volvieron más esporádicos. No era porque hubiéramos perdido interés el uno en el otro, sino que era un mecanismo de defensa, un intento de alejarnos para evitar hacer los lazos más fuertes y enfrentar el dolor de la separación. No era algo que hiciéramos aproposito, solo pasaba.
Pero acá estaba, en la final de la competencia que había estado esperando durante tanto tiempo. La multitud gritaba y aplaudía a mi alrededor, pero mi mente estaba en otro lugar a nada de explotar llenos de pensamientos que nada que ver. Cada rima que planeaba, cada palabra que elegía, llevaba un matiz de esperanza de que tal vez, en algún rincón del público, encontraría su mirada.
La música resonó y era mi turno de subir al escenario. Respiré hondo, tratando de enfocarme en la batalla que tenía por delante. La adrenalina recorrió mi cuerpo mientras enfrentaba a mi oponente, pero en algún rincón de mi mente, Selene seguía estando presente, como una inspiración silenciosa que me empujaba a dar lo mejor de mí. L a batalla contra Aczino fue uno de esos momentos que sabía que quedaría grabado en mi memoria para siempre. Estar en el escenario frente a alguien con su nivel de habilidad y experiencia era emocionante y a la vez desafiante. Podía sentir la energía en el aire, la anticipación de la audiencia, y sabía que tenía que dar lo mejor de mí.Ya había tenido un encuentro en el que yo no salía ganador contra Aczino, ojalá no se repitiera el mismo final.
