CAPÍTULO DIECISÉIS

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¿Alivio? ¿Enojo? ¿Esperanza?

Todo parece ser un coctel de emociones y hace que ya uno no sepa que siente en verdad.

Unos frotan sus ojos e intentan aclarar su visión, confirmar lo que ven. Otros se mantienen en su sitio, aún más alerta.

Pero todos rememoran lo que paso.

El sonido ensordecedor que interrumpe todo cuando la bala es disparada, cortando el aire y perforando la carne y los huesos. El impacto envía un tembloroso espasmo a través del cuerpo de la víctima mientras su respiración se detiene bruscamente. Un dolor agudo y punzante desgarra sus costillas desde la espalda, antes de que la bala salga del otro lado, dejando una herida sangrienta y abierta en su cuerpo.

La víctima cae al suelo, temblando y retorciéndose en agonía al sentir varias balas más perforar su cuerpo, sintiendo su sangre brotar a borbotones de las heridas.

Ryoko no ha dejado de llorar desde que despertó. Siente cómo su cuerpo tiembla sin control. No logra recuperarse del impacto de lo sucedido, empezando a anhelar estar en los cálidos brazos de su madre ahora inconsciente.

Pero algo la detiene: la vista de las salpicaduras de sangre que manchan todo a su alrededor, incluyendo su propia ropa. La escena la aturde y la deja en estado de shock. Empezando a cuestionarse si lo que ve es real.

Antes de que Ryoko se aleje de su querida madre, se acerca a ella y le da un beso suave en la frente, un gesto de amor y despedida.

Luego, con un nudo en la garganta y lágrimas en los ojos, se aleja y se acerca como puede a su padre. A pesar de la furia y el miedo, siente la necesidad de estar cerca de él, de buscar alguna forma de hacerle entender que lo que hizo fue terriblemente equivocado.

Pero cuando ve su rostro, con los ojos desorbitados y la boca abierta en un gesto de sorpresa y horror, sabe que no hay nada que pueda hacer o decir que pueda cambiar lo que acaba de pasar.

El disparo todavía resuena en sus oídos, y la salpicadura de sangre fresca en su ropa la hace sentir como si estuviera atrapada en un mal sueño.

Pero es muy real lo que ella mira, mira como esta tirado en el suelo, siendo muy claro de que su padre yace en el suelo, inmóvil.

Finalmente, Ryoko levanta la vista hacia el techo con una sensación de alivio y tristeza. Siente una pesada carga de emociones que la abruman, pero también siente un respiro profundo, como si hubiera logrado algo importante. Aunque las cosas no salieron como ella esperaba, el final llegó de todas formas, y por un momento, puede relajarse y dejar ir todo lo que ha estado cargando en su corazón.

Pero...

Pero realmente, le hubiera encantado arreglarlo las cosas con su padre de otra manera.

...

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