Aquella primera noche no pude dormir casi nada.
Me acosté junto a mis hijos y, cuando apagué la luz, los ojos se me llenaron de lágrimas. ¿Porqué lloraba? Por todo y por nada.
Volverlo a ver, hablar con él y tenerlo a mi lado. Todo ello era un sueño de adolescente. Y él ni siquiera se acordaba de mí.
¿Cómo afrontaría el día a día con él a mi lado? Y lo que era peor, ¿Qué haría cuando se recuperase y se fuera al hospital de nuevo?
Lo había reencontrado sólo para volverlo a perder de nuevo. Él nunca había sentido nada por mi.
Al cerrar los ojos veía los suyos, azules, y mi corazón latía apresurado.
La noche se hizo eterna. Le oí cuando se acostó, con las muletas caminaba despacio, entró a su habitación y escuché cuando se quitó los zapatos y algún pequeño gemido de dolor.
Me levanté temprano como siempre. Le puse un poco de comida a la perrita, que devoró en un minuto y salí a ver a la vaca y a las gallinas.
Recogí los huevos y me di cuenta de que a la vaca le faltaba poco para parir.
Esperaba que el alumbramiento fuera bien y tuviéramos leche ese año también.
Me pregunté qué estaría haciendo Iván, ¿estaría bien o le habría pasado algo?, y me detuve sólo un momento a pensar en José. Tenía que tomar antiinflamatorios para la pierna y debía guardar reposo.
Una boca más, pero de momento nada de ayuda.
El peso de todas las tareas recaía en mi.
Me acerqué al huerto, en el que ya había empezado a sembrar, y lo regué. Atravesé el río y miré las abejas, que estaban ya muy activas, lo que significaba que haría buen tiempo y que podría recoger ese mismo día un poco de miel.
Después me dirigí a casa de nuevo, donde nadie se había levantado todavía, y preparé el desayuno.
Me asomé a mi habitación, los dos niños, Sergio y Ana, dormían a pierna suelta. Salí y sin querer miré de soslayo hacia la otra habitación, que tenía la puerta entreabierta. Le ví dormir por primera vez y me entretuve durante diez segundos, mirando embobada, hasta que me di cuenta y seguí con mis labores cotidianas.
Eché más leña a la estufa porque todavía hacía frío.
Recogí lo que no me había dado tiempo de recoger la noche anterior.
Mi mente iba de un lado a otro buscando cosas que hacer para no sentarme a pensar. Me di cuenta de que la perrita estaba a mi lado todo el tiempo, así que le puse más comida. Se la iba dando de poquito en poquito porque en su extrema delgadez debía de tener un estómago muy pequeño. Decidí que si sobrevivía otro día le pondría de nombre Vida. Ya que se aferraba a ella con uñas y dientes.
Con dos huevos y harina que recolectamos el año anterior hice tortitas finas y saqué mermelada de moras que también había hecho el año anterior.
Estaba todo preparado en la mesa. Aproveché que todavía dormían y me fui a recoger algo de leña para reponer la que habíamos utilizado durante el invierno.
A las nueve de la mañana, cargada de troncos, dejé mi carga en la leñera y entré a casa.
Mi corazón dio un vuelco cuando vi que Ana y Sergio estaban en la habitacion de José y éste, que ya estaba vestido, les iba entreteniendo mientras le ataba los zapatos a Ana.-¡Buenos días dormilones! -exclamé con una sonrisa en mis labios-. El desayuno está preparado.
Los niños se sentaron en sus sillas y yo me senté en la que habitualmente usaba Iván. José se sentó en la que quedaba libre.
Repartí el desayuno y comimos en silencio.-Siento ser una carga para ti, Andrea. Te estoy dando mucho trabajo y no colaboro lo suficiente -comentó José, verbalizando los pensamientos que había tenido yo esa misma mañana.
-No te preocupes, desde que Iván empezó a salir cada vez más seguido, me he acostumbrado a hacerlo todo sola. Si entretienes y vigilas a mis fieras, ya me estarás ayudando mucho -respondí sincera, sirviendo a Sergio otra tortita con mermelada.
-No sé cómo puedes arreglártelas sola -continuó hablando, señalando toda la estancia.
-Cuestión de organización -repliqué encogiéndome de hombros, era mucho trabajo, pero la necesidad obligaba a esforzarse y sacar fuerzas de flaqueza.

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SOLA (PGP2024)
Lãng mạnAndrea es una chica liberal que mantiene una relación de pareja con Iván. Sus vidas darán un giro radical tras la aparición de un virus, el VT5, altamente contagioso y mortal en un 85% de los infectados. Las circunstancias les obligarán a buscar una...