2- ¿ Amigos?

66 24 43
                                        

Empezamos a vernos cada semana, casi siempre íbamos con Sergio y Olga pero, poco a poco, también quedábamos a solas.
Tanto Iván como yo trabajábamos de lunes a viernes, pero el fin de semana lo teníamos libre. Casi siempre nos llamábamos a media semana para planear nuestro encuentro.

-Andrea, ¿Te apetece que vayamos a Valencia en moto este sábado? Dormimos allí el sábado, y el domingo regresamos -comentó uno de aquellos días.

-Me parece bien, este fin de semana Olga va a pasarlo a casa de sus suegros en la playa. No tenía ningún plan así que ¡genial! -exclamé sonriendo

-Te recogeré a las siete, iremos tranquilos, para llegar a la hora de comer a valencia. Por la tarde podemos dar una vuelta y, el domingo, salimos después de comer hacia Barcelona.
Llegaremos de noche -explicó, emocionado como un niño con una gran aventura por delante.

Le encantaba salir con la moto, sin importarle los kilómetros que tuviera que recorrer. Su pasión seguía siendo su Harley, pero era una buena compañía, me lo pasaba muy bien cuando estábamos juntos. Viajar abrazada a su cintura, dejándome llevar por las carreteras secundarias que siempre escogía era una experiencia que me llenaba de vitalidad y alegría. Un contraste con la tristeza que me envolvía antes de conocerle.

-¿Reservamos habitación o lo hacemos cuando estemos allí? - pregunté, para ponerme a buscar hoteles ese día o dedicarme ya a preparar el equipaje.

-Como tú prefieras, Andrea -respondió condescendiente.

-Pues cuando lleguemos, buscamos algún hotel que tenga garaje para guardar a Linda -propuse, ya que siempre le gustaba que su moto estuviese protegida.

Le habíamos buscado un nombre a su Harley entre los dos, yo misma le había dicho que, si era su amor, debía tener un nombre. Juntos decidimos que se llamaría Linda. Desde ese día siempre nos referíamos a su moto por su nombre, generando a veces miradas confusas cuando nos oían hablar de ella.
Aquél viaje a Valencia fue nuestra primera salida de fin de semana en solitario. Me gustó la sensación de libertad de la moto, la complicidad que se estableció en aquellos dos días dio paso a una evolución normal en nuestra relación. Esa primera vez pedimos dos habitaciones individuales. Pasamos un fin de semana diferente de lo que solía ser mi habitual, que consistía en salir a bailar con Olga y Sergio. Me gustó.

En cuanto a Iván, era guapo, no lo podía negar. Tenía aspecto de delincuente por su ropa, pero era buena gente. Estaba un poco loco... quién no está loco en estos tiempos.
Durante el primer mes de conocernos solo éramos amigos, lo pasábamos bien juntos. Pero tras el viaje a Valencia, una noche nos besamos en los labios al despedirnos, fue un beso rápido, más por equivocación que por iniciativa de ninguno de los dos. A partir de entonces se convirtió en costumbre y, cuando me dejaba en casa tras una excursión, nos besábamos en los labios, despertando en mí sensaciones que no creí que podría sentir de nuevo.

Poco a poco, un día se nos escapaba una caricia, al otro me cogía de la mano... iban surgiendo más muestras de cariño, sin planear nada, de forma espontánea. Teníamos confianza y estábamos muy bien juntos. De lunes a viernes yo hacía mi vida y él la suya. Alguna tarde entre semana nos veíamos para tomar algo después de trabajar, pero lo más habitual era que el viernes por la tarde nos reuniéramos y planeásemos el fin de semana.
Olga no entendía nuestra relación, pero a mí me gustaba. Sin compromisos, sin ningún tipo de obligación.

A los tres meses de conocernos, conseguimos cuadrar las vacaciones y coincidir una semana en agosto. Decidimos irnos de aventura, salir con Linda por las carreteras secundarias hasta que viésemos un sitio que nos gustara y quedarnos unos días por la costa.
No reservamos hotel, íbamos por la carretera sin un recorrido planeado, sin destino fijo ni prisas para llegar a ningún lugar.
La segunda noche, cuando llegamos a uno de los hoteles y pedimos dos habitaciones, nos dijeron que no les quedaban libres, que sólo disponían de una habitación doble. Nos miramos a los ojos y en un segundo decidimos aceptarla. Nos conocíamos muy bien, aunque solo llevásemos saliendo tres meses. Esa fue nuestra primera noche juntos.
Iván salía de la ducha y yo, mirándolo, me di cuenta de pronto que me apetecía pasar la noche con él, conocerlo más a fondo y dar un paso más en nuestra relación.

SOLA (PGP2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora