❤️ Epílogo

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Seis años más tarde

Kara tocó la ligera cicatriz en la línea de su cabello. Incluso todos esos años después del accidente, todavía no podía olvidar la noche en que todo había cambiado.

"¿Bebé?" Sara se unió a ella en el espejo, enrollando los brazos alrededor de su cintura.

Kara la miró a través del reflejo. Sara era tan hermosa, con el cabello rojizo, con una singular caracteristica en sus ojos que hacia que tuviera uno azul y el otro verde, y por su puesto, también era perversa, su esposa, era un verdadero pecado en la cama. Desde el momento en que se conocieron, sintió como si la conociera desde siempre, su rostro en ocasiones le parecía familiar, era como si se hubieran amado en otra vida. Kara sabía que parecía una locura, pero ella no podía negarlo. Ella la amaba, la amaba tanto que dolía.

"Estaba pensando en la noche que nos conocimos". Sus ojos se encontraron antes de que sus pestañas se bajaran cuando Sara le dio un beso en la mejilla.

"Todavía sueño con eso". Sara admitió, su voz ronca de emoción. "Si me hubiera ido un momento después, sería demasiado tarde..."

Kara se giro en sus brazos y la besó, disipando sus preocupaciones.

"No llegaste tarde. Llegaste justo a tiempo para salvarme". Kara sostuvo su cara para besarla de nuevo, sus labios se encontraron en un beso suave y explorador.

Era la cosa más extraña, pero a veces cuando Kara la besaba, pensaba haber visto algo... Pero no, eso era tonto. Ella estaba enamorada. Seguramente toda mujer veía castillos en el cielo y destellos de luz cuando besaban a la persona que amaban.

"¿A dónde ibas esa noche? Nunca pregunte". dijo Sara mientras le frotaba las palmas de las manos arriba y abajo en su espalda.

"Sabes, ni siquiera puedo recordarlo. Sólo tenía que estar en algún lugar a medianoche..." Era la única cosa que no podía olvidar. La necesidad de estar en algún lugar con alguien, pero eso no importaba ahora. Aquella noche fue sólo un mal recuerdo, pero llevó a algo sorprendente.

"Tienes que venir a ver esto". Sara le tiró de la mano, y caminaron hasta la puerta trasera y miraron hacia el patio.

"Kieran, ¿qué estás haciendo?" Sara preguntó al ver a su hija de cuatro años sosteniendo algo en sus manos.

Era una larga pluma blanca que parecía brillar como si estuviera cubierta de polvo de diamante. Fue la pluma blanca que Sara encontró al lado de su cuerpo la noche del accidente. Nunca entendió cómo había llegado allí, o qué había pasado con el pájaro en la tormenta para dejarla allí, pero ella quería mantenerla.

Unos meses despúes de haber contraido matrimonio, decidieron tomar una desicion importante, tomando alternativas para poder procrear un hijo juntas, hacia ya cuatro años desde que nació Kieran, y desde el momento en que su hija era lo suficientemente grande para alcanzar las cosas en los estantes, ella llevaba la pluma como un animal de peluche favorito.

"¡Mamá!" Kieran aplaudió, sus rizos marrones saltando al sol. La luz creó un halo en la cabeza de la niña mientras agitaba la pluma.

Ella era muy parecida a su madrina, Nia, una de las amigas de Kara que poseía una librería bastante curiosa. Se conocieron un día cuando el coche de Kara colapsó fuera de su tienda. Nia mantuvo su compañía mientras esperaba el camión de remolque, y formaron una amistad rápida. Despues de sólo unos días que Sara le había salvado la vida.

"¡Eres un angelito!" Sara dijo con una risa.

"Ella lo es de hecho". Kara se recostó contra el cuerpo de Sara, y las dos se rieron cuando el viento intentó robar la pluma de las manos de la niña, pero Kieran mantuvo un apretón firme en su juguete amado.

El Diablo (Supercorp) Lena G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora