#diez_quackity

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Por décima vez, Quackity suspiró desesperado. Arrancó la hoja cuadriculada del bloc de notas, formó una bola con ella y la aventó con fuerza contra el bote de basura al lado suyo.

—Cuidado ahí. No quieres romperte algún ligamento de la muñeca por estar haciendo berrinches —la voz casi desinteresada de Luzu irritó al de gorra, rodando los ojos. Si las miradas mataran, ya habría desollado a Luzu.

Últimamente, optaba por no usar la máscara con la que llegó inicialmente al servidor. Hacía unos días, Titi utilizó dinamita en la casa de Luzu sin previo aviso; en una casa con tantas decoraciones, algún día un accidente pasaría, y ese accidente se vio reflejado en un severo daño contra su máscara.

Por más que quisiera arreglarla, nadie tenía la más mínima idea de cómo funcionaba esa cosa, ni siquiera él mismo. Era completamente diferente a su máscara en el servidor de Dream —¿valía la pena llamarle máscara? Era más un post-it pegado en su cara—, y con tecnología que nadie en ese lugar entendía.

Si necesitaba cubrir su rostro de nuevo con ese método medianamente anticuado, era para evitarle un momento desagradable a Alex. La gente no sólo era estúpida, sino morbosa, y no dudaba en que recibiría un montón de atención innecesaria en cuanto alguien (que no fuera Luzu) viera su ojo con una cicatriz prominente.

—No son berrinches, te estoy haciendo un favor —Volvió a escribir en la nueva hoja. A simple vista, números sin sentido ni orden alguno—. Querías postularte como candidato a la presidencia, ¿verdad? Así que cállate y déjame hacer cuentas. Necesito un maldito milagro para poder costear tu campaña con cantidades tan poco impresionantes.

Ahora fue Luzu quien rodó los ojos.

—¿Te mataría ser un poco amable conmigo? Te estoy ayudando con mi agradable compañía.

—Estoy siendo amable y yo te estoy ayudando a ti —El tono golpeado en la voz de Quackity era lo opuesto a ser amable.

Luzu se hundió más en el sofá frente al escritorio del mexicano. Era un sillón tan cómodo que era ilegal que Quackity lo tuviera: aún así, era un acuerdo silencioso entre los dos. Siendo Luzu el único con conocimiento de su pequeño problema de identidad, realmente era el único que podía hacerle compañía estando consciente que no sólo habían dos, sino tres personas en la oficina principal del casino.

Tomó uno de los papeles arrugados entre sus manos y lo extendió. El mayor paseó sus ojos por la hoja: no estaba seguro, pero suponía que  en algún momento Alex estuvo presente en aquella rapsodia de números. Había líneas dominadas por elegantes cursivas, seguidas de anotaciones en una perfecta letra de molde.

—¿Sabes? Cuando dije que quería ser presidente era sólo una idea... —Volteó la hoja. Había números y más anotaciones detrás—. No es necesaria toda la parafernalia. Rubius es candidato y, por alguna razón, todos lo adoran. A mí me tratan con pinzas. Me atrevo a decir que, un buen candidato capaz de meterse en sus cabezas y con la habilidad de hablar en ese podio, serías tú.

En cuanto terminó su frase, una nueva bola de papel se estrelló contra su rostro.

—Qué adorable eres.

—No te atrevas a decir de nuevo esa mierda, Vlogs.

—¿Eres adorable o que serías un buen candidato?

Quackity tomó entre sus manos una pequeña lámpara de mano y apuntó directo a Luzu.

—Suelta eso o le digo a Alex que hiciste llorar a Titi.

Inhaló. Apretó sus labios. Exhaló. Quackity bajó la lámpara y con ello dejó caer su cabeza contra la superficie de madera, un sonido seco llenando la habitación cuando su frente se estrelló contra el escritorio.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2023 ⏰

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