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—Pareces vieja sin saber que ponerse.— Hoy era el día de su entrevista y su amigo y compatriota Pato se encontraba junto a el en la habitación mientras el pecoso terminaba de arreglarse para la junta con los jefes de RedBull.—¿Me puedes recordar que hago yo aquí?—

Con una leve molestia, Sergio rodó sus ojos y mostró una leve sonrisa.—Te invité a desayunar, te conté sobre mi contrato y mi reunión y decidiste acompañarme hasta mi habitación.— Se dirigió al baño del cuarto a cambiarse de prendas.

—Estoy feliz por ti, RedBull es un equipo importante.— Miraba sin mucho interés su teléfono, esperando respuesta por parte de su compatriota.—Pero al igual que me alegro me preocupo por ti.— Alejó su mirada del teléfono, posicionándola en la puerta por la cual segundos después saldría el castaño con la misma expresión sería.

Pato se levantó de la cama, sacando de su bolsillo un bote de pastillas las cuáles recibió el tapatío admirando aquel recipiente.
—Gracias Pato.— Tomó dos de las pastillas que contenían y puso aquel bote en la mesa que se encontraba a un lado de la cama.

—Recuerda que la dosis es estricta, no tomes más de dos al día, es una advertencia Checo.— El mencionado rió nervioso, parecía que su compañero había leído sus pensamientos.—Es una dosis más fuerte. Tu doctora está haciendo tus pruebas médicas y se entregarán en unos días.—

—No te preocupes por mi patito.— Sergio acarició las hebras despeinadas del menor y le dirigió una sonrisa confiada.— E logrado pasar desapercibido durante años.—

—Has pasado por equipos los cuales no piden tantas cosas, RedBull te pidió pruebas de 3 médicos distintos, además que tendrás una prueba con su médico.— El temor en la voz del corredor de IndyCar era notorio, durante años el mayor había cuidado de el, ayudándole monetariamente a dónde está ahora, siempre dándole una mano.—Si llegan a descubrir que eres un omega, no solo te expulsaran de F1, tu carrera y vida estará arruinada.— Tomó los hombros del mayor y sacudió levemente.

—Patito.— Tomo los brazos de este y los alejó de su cuerpo. —Todo estará bien, no te preocupes por nada, puedo con esto como siempre.—

Sonrió confiadamente hacia su amigo, el cuál soltó un poco de su nervioso aroma, respirando un poco lento, tratando de calmarse.

—Solo ten cuidado, ¿si?.— El mayor le dio un abrazo de despedida, saliendo ambos de la habitación y separándose en la puerta del hotel, subiendo cada uno a su respectivo vehículo.

-solo tener cuidado

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-solo tener cuidado.- Pensó para si mismo el mexicano, mientras estacionaba su auto en la sección privada de la central de RedBull. Bajó de su vehículo, adentrándose en aquel enorme edificio saludando a cualquiera que pasara, admiraba el lugar como si de un niño en un museo se tratase.

—Señor Pérez?— Una voz femenina lo regresó a la realidad, era una mujer bien vestida.—El señor Horner lo espera.—
A paso apresurado el tapatío siguió a la mujer, hasta llegar a una habitación con una enorme mesa, estando en el centro el jefe de la escudería, siendo acompañado de Cristian Horner.

𝐔𝐧 𝐛𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐬𝐞𝐜𝐫𝐞𝐭𝐨  // 𝙲𝚑𝚎𝚜𝚝𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora