Demoras y pequeñas observaciones

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El chillido del despertador se elevó por la habitación en cuanto dieron las siete de la mañana

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El chillido del despertador se elevó por la habitación en cuanto dieron las siete de la mañana.

Con un movimiento letárgico y un gemido de fastidio, Elena buscó el móvil para apagar la alarma. Tenía los ojos entornados por el sueño, así que los cerró un momento para descansar la vista. Se dijo que serían solo cinco minutos, como mucho.

Su sueño se vio interrumpido nuevamente por un par de golpes contra la puerta. Se removió con un quejido de fastidio, tanteó la cama hasta encontrar la sábana y jaló de ella para cubrirse la cabeza.

—¿Elena? —llamó su padre desde el pasillo—. ¿Despertaste? Son las ocho menos cuarto.

Al oír aquello, Elena apartó las sábanas de golpe y buscó el móvil para comprobar el horario. Era cierto,  lo que ella percibiócomo unos pocos minutos de descanso resultó ser más de media hora en realidad.

—¡Mierda!

Salió de la cama y recorrió la habitación a los trompicones; se vistió lo más rápido que pudo, se peinó con tanta rapidez que se arrancó varios cabellos, recogió la mochila y se lanzó rumbo al baño, esquivando a Sabrina, su hermana, que justo avanzaba por el pasillo.

—¡Voy tarde! —dijo en respuesta a la queja de la chica.

Se cepilló los dientes a toda prisa, provocando un ligero sangrado en las encías, y salió de la casa con un veloz: «¡Adiós, nos vemos!», sin aguardar respuesta porque no tenía tiempo de oír lo que su familia podía decirle.

Mientras trotaba por la vereda, consultó el reloj del móvil. Un gran ocho al que acompañaban un par de ceros se lucía apremiante en el centro de la pantalla. En su mente, Elena solo podía repetir una palabra: carajocarajocarajo. Redactó un mensaje para Lautaro, en dónde le rogaba que avisara sobre su inevitable tardanza.

Su amigo contestó:

Para qué? Igual llegas tarde

Elena puso los ojos en blanco, lista para responder con otro mensaje, pero no alcanzó a hacerlo. Al caminar con la vista fija en el móvil, impactó contra otra persona y el impulso lanzó su teléfono al suelo. Se agachó a recogerlo con una exclamación; para su desgracia, una fina línea cortaba el extremo derecho de la pantalla. Miró a la persona con la que había chocado. Era un chico de rostro atractivo, pero a nadie le importaba eso cuando había apuro y angustia de por medio.

—¡Mi teléfono! —se lamentó.

No tenía tiempo para desperdiciar, así que se tragó las emociones, rodeó al sujeto y retomó el andar apresurado, esquivando a los demás transeúntes que se encontraban en su camino.

Corrió las últimas dos cuadras hasta ingresar en el colegio, se adentró en el edificio y avanzó al trote por los pasillos hasta que llegó a la puerta de su salón. La señora Pasos ya se encontraba al frente de la clase, dictando la lección del día, la cual interrumpió al verla ingresar.

La historia más tonta de WattpadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora