hate

1K 92 22
                                    

ten

  Thomas miró el cigarrillo consumirse entre sus dedos, con el frío calando en su piel, ese día había decidido pasarlo en su casa, algo que no acostumbraba a hacer, pero le había parecido buena idea pasar un poco de tiempo con su esposa, las horas...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

  Thomas miró el cigarrillo consumirse entre sus dedos, con el frío calando en su piel, ese día había decidido pasarlo en su casa, algo que no acostumbraba a hacer, pero le había parecido buena idea pasar un poco de tiempo con su esposa, las horas habían pasado, el sentado en el sofá esperando a que ella se apareciera habían sido en vano, lo estaba evitando, nuevamente.  

Quizá este era el precio que debía de pagar por todo el dolor que le había causado a las personas que lo rodeaban, el desprecio de su esposa parecía ser no suficiente; amar y no ser correspondido como él quisiera, ni siquiera un poco.   

Y dolía, carajo que dolía, dolía aún más que una bala en su pecho, aún más que el abandono y la miseria con la que había tenido que cargar toda su vida.  

-En casa solía tener un fonógrafo, era de mi madre, solía cantar todo el tiempo y grabarlas para después poder escucharlas. -La voz suave de la mujer lo sorprendió, dio media vuelta tirando la colilla de su cigarrillo en la tierra húmeda de su patio.

-¿Cantas? - Gwendoline asintió, bajando la mirada hacia sus dedos entrelazados, jugueteando con el anillo que había comprado especialmente para ella, porque en el momento en el que lo había visto, el rostro de la mujer había sido en lo único que había pensado.

-No soy muy buena, pero a mama parecía que le gustaba y a Aiden también, decían que mi voz es relajante.

-¿A ti te gusta hacerlo? -Le pregunto, mirándola con atención, su rostro estaba descubierto y sonrojado, su piel era casi tan perfecta como la porcelana fría, sin ningún tipo de imperfección, sus ojos brillaban verdes como los bosques y aunque sus labios hinchados apenas y reflejaban un gesto, lucia hermosa, Ada tenía razón, era un jodido suertudo por tener a una mujer como Gwendoline.

-Me ayuda a distraerme... Creo que podemos ir a la ciudad, necesito comprar un par de cosas de todos modos, en unos días Aiden cumple años.

-Por su puesto. -Su esposa asintió, dejando su mirada en él por unos momentos, para después entrar de nuevo a la casa con una sonrisa en el rostro que apenas y era notable.

Lo cierto era que ella había pasado de llorar en la ducha a cantar a todo pulmón, la había escuchado cuando llegaba a casa por las tardes, cuando se encerraba en su estudio por horas, nunca se atrevía a interrumpir su paz y no admitiría ante nadie que escucharla de esa forma hacía que su alma se alegrara, tan dulce como la miel.



  Desde que habían llegado a las grandes tiendas, Thomas juro que podía sentir la mirada de las personas, incluso podía verlos murmurar y apuntar en su dirección disimuladamente, aguantar todo eso valía la pena cuando podía ver el rostro tranquilo de Gwendoline buscando entre los enormes estantes repletos de libros.  

THICK SKULL (Part I & II)  -Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora