où tu vas, je n'irai pas

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21 de diciembre, 1921


Cuando Gwendoline despertó en la fría cama del hospital, con sus muñecas adoloridas, el sentimiento de vacío se apoderó de su pecho. Fue inevitable pensar en todo lo que había pasado, todo lo que había hecho para haber llegado ahí.

Miro el techo oscuro, sintiendo las lágrimas bajar por su rostro, perdiéndose entre su cabello oscuro y sucio. 

Cerro los ojos con fuerza, y el recuerdo del cuerpo sin vida de su hermano en el fango, con la sangre mezclándose en la suciedad, fue en lo único que pensó, sintiendo su estómago revolverse y unas ganas de gritar hasta quedarse sin voz. 

Porque todo había sido su culpa.

~

Adieu mon homme... — Canto, sonriendo con dolor al recordar cuantas veces su hermano había rogado por ser reconocido como tal, un hombre, fuerte y valiente.

Ahora se había ido, ahora solo quedaba su sangre esparcida a su alrededor y su rostro masacrado, lo habían golpeado sin piedad justo frente a sus ojos y ella no había podido hacer nada. 

— Promis, on se reverra... — Quiso reanimarlo con su canto, justo como solía hacerlo cuando él se encontraba triste, encerrado en su habitación, rodeado de la oscuridad y la miseria, pero él no despertó, él no reaccionó, esta vez, él no le sonrió a pesar de las suaves caricias que le daba en su cabello, a él le encantaba que hiciera eso, ¿por qué no despertaba? - J'attends juste que le glas sonne...

Quería irse con él, quería que la llevara con él a donde quiera que se dirigía en esos momentos, todo esto no habría pasado si ella no hubiese interferido. 

¿Por qué tenía que arruinarlo todo? 

 Juste qu'il sonne pour moi... Adieu mon homme, C'est la vie et c'est tout moi.— La melodía qué salía de su boca dolía como miles de puñaladas, su voz estaba rasposa y su lengua seca.

Acaricio con ternura su rostro, y con la tela de su sucio vestido intento limpiar cualquier rastro de sangre que lo manchaba, Aiden no reflejaba más que sufrimiento.

 J'accepte ce qu'elle me donne et je prends ce qu'elle ne me donne pas... Cerro los ojos con fuerza a tal punto que pudo ver destellos en la oscuridad, un grito se escapó de su boca, un grito lleno de desesperación y dolor, queriendo volver al pasado una y otra vez para arreglar todo el desastre que había ocasionado.

No era culpa de su papá, ni siquiera de Thomas. 

Era su culpa, ella había ocasionado la muerte de su hermano y jamás se lo perdonaría.

THICK SKULL (Part I & II)  -Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora