all the tired horses

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XX

    

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Quien a hierro mata a hierro muere.




Thomas miró por un momento a su familia frente a él, intento grabar en su cabeza ese pequeño momento de paz, esa calma que tanto se decía tener antes de que la tormenta los azotara, de que arrasara con todo a su paso.

Sus manos sostenían con fuerza el peso de su cuerpo en el escritorio y la presencia de su esposa a un lado de él le hacía mantenerse fuerte, aunque lo único que deseaba hacer en esos momentos era tomar una ducha caliente, recostarse en su cama y envolver con sus brazos el cuerpo de su esposa para no soltarla jamás.

Lo único que quería en esos momentos era la paz, cosa que no obtendría.

El último en llegar había sido Isaiah, y cuando sus dos hermanos tomaron asiento frente a él en silencio, suspiro, cerrando los ojos por un momento.

— Antes de comenzar. — Dijo con pesadez. — Quiero decir que cometí un error. — Acepto con desánimos, la palma caliente de su esposa masajeo su hombro como apoyo, pero no lo logro, porque nadie sería capaz de perdonarle lo que estaba a punto de hacer, ni siquiera ella. — Cometí un error y quiero disculparme con ustedes... Arthur, tú me advertiste sobre involucrarme con los rusos y tenías razón...

Aceptar su equivocación y la culpa no era un problema, pero la manera en la que todos en su oficina lo miraban, le hacía sentir como que el aire no llegaba a sus pulmones y el hormigueo que recorría su cuerpo entero tampoco era de mucha ayuda. — No confíe en tu esposa y me disculpo por ello, Linda añadí 3000 libras extra para obtener tu perdón.

Los pasos de la mujer embarazada fueron lo único que sonaron por toda la oficina, entonces tomo el dinero que había dejado en el escritorio. — Disculpa aceptada. — Thomas pudo sentir a su esposa tensarse a un lado suyo, sabía que no era por el dinero, sino por la manera en la que intentaba solucionar sus errores y el cómo la mujer lo permitía, Gwen siempre había odiado que todo girara en torno al dinero, pero aun así no dijo nada.

— Esme también dudé de ti.

— Y ahora John tiene vidas inocentes en su conciencia, trabajadores ordinarios...

— Ya está bien, Esme, entendimos...

— No, ella tiene razón, Arthur y tú compartirán esa carga. — Sus hermanos no dijeron nada, bajando la mirada con pesar, entonces tomo otro fajo de libras y lo dejo caer con pesadez frente a él en el escritorio, apuntándolo con su dedo índice.— pero espero que la casa que compren con esto sea un lugar de, contemplación, tal vez redención. — John se levantó de su lugar y desganado tomo el fajo de billetes. —Charlie por las herramientas perdidas, materiales peligrosos y las sabias palabras de Curly. — Le aventó otro fajo de billetes a su tío. — Johnny, por comida y alojamiento. Lizzie... — No dijo nada más, dejando otro fajo de billete frente a la mujer, esta lo miro enojada y con fuerza lo tomo, aventándoselo.

THICK SKULL (Part I & II)  -Thomas ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora