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Viernes por la noche.

—Güey, ¿neta tengo que estar aquí?— inquirió Rivers con cierto fastidio en su voz.

Ari rió amargamente antes de asentir.

—Obviamente perra, llegaste conmigo y te vas conmigo.— respondió firmemente.

Rivers soltó un quejido, harta de estar ahí.

—¡Al menos déjame ir con Rodrigo! No quiero seguir viendo como Juan y tú se besan.— se quejó cruzándose de brazos.

Nuevamente Ari rió.

—¿Estás celosa?— preguntó la castaña reteniendo una carcajada en su garganta.

La rubia abrió los ojos en grande, sorprendida y nerviosa por dicha pregunta.

—¿Qué?, ¿Estás pendeja o que verga, Ari?— cuestionó Rivers con rabia.

Ari río levemente y continuo bebiendo, por otra parte Rivers soltó un bufido, tomando el resto de vodka que quedaba en su vaso.

Para su suerte alguien se acercó a su mesa.

—Hola pinches perras— saludó Ama, hermana de Ari.

—Hola tilin— respondió Rivers.

Ari podría jurar que los ojos de su acompañante brillaron al momento en que su hermana llegó, y por supuesto que ella no permitirá eso.

—Hey— fue lo unico que salió de la boca de la castaña.

Rivers rió tontamente al ver la sonrisa burlona de Ama.

—¿Mal día, Abicita?— indagó la pelinegra.

Ari negó.

—Me duele la cabeza.— mintió.

Ama asintió antes de dirigir toda su mirada a la rubia que estaba al lado de su hermana.

—Pelo güero, ¿bailamos?— sugirió con una sonrisa.

Rivers pareció meditar aquello.

—Jalo, pero si me toqueteas te vas directito a la chingada.— amenazó entre risas.

Ama asintió estirando sus brazos hacia ella, sin embargo, Ari lo impidió.

—¿Me vas a dejar solita, Samy?— interrogó haciendo su mejor puchero, enredando sus brazos alrededor de la cintura de la rubia.

Rivers mordió su labio inferior dudando en que responder.

—No mames Arin Gemplei, tienes al Juano— expusó soltando una pequeña risita.

Ari sintió una clase de punzada en su pecho, pero aun asi asintió soltandose bruscamente del cuerpo ajeno, desviando su mirada hacia el vaso que posaba sobre la pequeña mesita en la que se encontraba.

Al parecer ese gesto hizo que el corazón de la rubia se aguadara un poco.

—No la peles, Rivers. Pinche perra a de andar en sus días.— aseguró Ama en voz alta, colocando uno de sus brazos en el lugar donde segundos antes posaban los de Ari.

La castaña las miro alejarse de reojo e inevitablemente sus manos se apretaron sobre la mesa, gesto que no fue pasado desapercibido por Juan, quien la observaba a tan solo tres mesas de distancia.

—Che, ¿qué le pasaba a tu vieja?— preguntó Spreen evitando soltar una risa.

Juan se encogió de hombros sin saber que decir.

Aun a la distancia ambos chicos pudieron ver como la castaña tomaba de un solo trago su bebida.

Esta vez Spreen no pudo retener más su risa.

He not me [rivari] 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora